LAS PALABRAS SE VAN, SE VUELAN
Las palabras se van
de los labios rápido.
Se vuelan de las sílabas
raudas como una ráfaga
de viento que solo alcanza
a rozarme el aliento,
mientras pierdo la fe
monosílaba en algún susurro
perdido entre silencios rotundos.
Y, en ocasiones, esas gaviotas
que no siempre siguen
las matemáticas naturales
del aire y sus corrientes
quedan atrapadas en las redes
oceánicas de algún poema
que hoy sale a pescar
otro verso.
Mientras tal vez
otra palabra se esté volando.
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