ENTRE LAGARTOS (O LAGARTAS)
En estos días, parece que ese juego por el que la élite financiera pretende colgarnos el dogal de la austeridad, hasta que ya no podamos ni respirar, anda entre reptiles, sanguijuelas y alimañas encorbatadas con auténtica hambre y sed de bienestar. Eso es lo que parece que puede extraerse de las últimas declaraciones del FMI.
Cristina Lagarta, responsable máxima de esta máxima institución de la Troika, y mujer de ponzoñosa lengua y famélico porte, ha dejado entrever en recientes fechas que España no solo ha de seguir caminando por la senda de unas reformas proclamadas como única solución posible, sino que además ha de aumentar los esfuerzos en este aspecto con medidas muy populares, como la subida del IVA, el aumento del periodo del cálculo para las pensiones a 35 años (tal y como está el asunto afortunado sea el que llegue a trabajar "tanto") y la facilitación de los despidos para que al empresario no le duela tanto darnos una patada en el culo y sus zapatos (o escamas de lagarto) no se ensucien demasiado cuando lleve a cabo tal acto.
La primera pregunta que cabría plantearle a este reptil de aristocrática o política procedencia es: ¿cómo puede tener la desfachatez de pedirle a un pueblo ya de por sí ahogado que termine de asfixiarse? ¿Con qué objetivo exactamente? Ah bueno, ya entiendo. Usted ha de seguir cobrando medio millón de dólares anuales y sus alimañas amigas y demás sanguijuelas han de seguir esquilmando la poca sangre que le queda a un ya menguado Estado de Bienestar. Ya se sabe que los lagartos, entre otras cosas y como animales poiquilotermos, no pueden vivir solo del Sol (o en este caso de los casinos bursátiles), sino que además precisan de ciertos nutrientes (en este caso chupar de las venas de los contribuyentes) en caso de que no les baste con lo primero. Y los demás hemos de reptar tras ellos sin derecho a nada por supuesto.
La segunda que me vendría así a bote pronto sería esta: ¿qué tal sería lo de evitar el masivo fraude fiscal y las artimañas legales de las que se sirven sus excelsos colegas para pagar lo mínimo posible al fisco? Le puedo asegurar que se podría recaudar ingentes cantidades del dinero que parece sobrarles, mientras en nuestros bolsillos vacíos se precisan cada día más remiendos. Los lagartos ya han afilado tanto sus colmillos que, de seguir así, nos chuparán la sangre y nos dejarán sencillamente en bolas en todos los sentidos.
Por último, le plantearía la siguiente cuestión, aunque podría seguir con otras muchas: ¿cuándo asumirán parte de su culpa los mismos que han hecho estallar la bomba de relojería que ha supuesto la desregulación (o reregulación) por la que la economía financiera se ha inflado hasta límites insospechados? ¿Acaso debemos seguir resacados aquellos que no hemos bebido ni una sola gota de ese whisky financiero? Me temo que, como siga usted soltando cositas por esa lengua viperina, sus escamas van a atravesar dificultades. Y sé lo que digo.
Así pues, me despido sin más de usted, Sra. Lagarta. No me gusta mucho la compañía de ciertos reptiles.
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