DECIMOS MUCHO
Decimos mucho ahora
en otro idioma distinto
a los dialectos del mundo.
Nadie sabe nuestra lengua,
salvo los labios del alma
henchida de ternura.
Sin embargo, a nosotros
nos es suficiente una mirada,
una caricia certera,
y un último beso
para decir mucho.
Tanto como todo
lo que somos juntos.
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