NO TIENE GANAS
No tiene ganas. La palabra hoy
no tienes ganas de asomarse
al abismo desconcertante.
Quiere morar el silencio
otra tarde más. La respeto.
Hoy solo escribo al alma.
La palabra no tiene ganas
de tirarse al poema.
No existe más belleza que atrapar los sonidos del mundo en unas palabras y ahondar en sus misterios por medio de las palabras de un poema.
NO TIENE GANAS
No tiene ganas. La palabra hoy
no tienes ganas de asomarse
al abismo desconcertante.
Quiere morar el silencio
otra tarde más. La respeto.
Hoy solo escribo al alma.
La palabra no tiene ganas
de tirarse al poema.
NUESTRA HISTORIA CORTA
Ahora quiero contarte
nuestra historia.
Y no hace falta
que me alargue demasiado.
Solo hace falta ahora
un beso para que empecemos
a escribirla:
nuestra historia,
maravillosa y corta.
LAS PALABRAS PREGUNTAN
Las palabras ahora pregunta:
¿dónde está la música?
¿Y quién romperá este silencio
melancólico de la monotonía?
Un verso basta entonces
para que las palabras hablen.
Y emerja de la belleza
el poema de la vida.
Mientras las palabras
preguntan..
"Mi cuerpo estaba preso en esa celda, pero mi alma seguía siendo águila."
Indio nativo americano en una película de cuyo nombre no me acuerdo
LIBRE EL ALMA
Quieren encerrarme.
Entre cuatro paredes
de cemento que llaman ciudad.
En un habitáculo
de cuatro por tres,
donde solo amanece
el hastío de una rutina
sin más aliciente que acabarla.
Quieren que crea que el mar
se circunscribe a una pecera
de placer y ocio por dosis.
Y quieren que no diga nada.
Que me calle, y que sea esclavo
de las cadenas invisibles
que otros me quieren poner.
Sumisión tierna a la democracia
como algunos la llaman todavía.
Y sí, puede que mi cuerpo
esté dentro de esta prisión
sin barrotes del mundo actual,
pero mi alma siempre será libre,
porque lleva las alas del corazón.
Y esas, amigo mío,
nunca podrán cercenarlas.
Libre mi alma con las alas
invisibles del corazón.
PALABRAS TRAVIESAS
Palabras traviesas.
Que caminan, y corren,
y saltan, y vuelan
y recorren la belleza
a golpe de verso.
Hasta el poema.
Las palabras hoy traviesas.
LA FARSA ELECTORAL
Siempre se nos ha dicho, por activa y por
pasiva, —y más desde que emprendió su andadura la supuesta democracia en España—
que todos debemos ejercer ese derecho al voto por el que lucharon nuestros
padres y nuestros abuelos en aquella etapa tan aparentemente oscura y sombría
de la dictadura franquista. No obstante, asistimos en estos instantes, con
estupor y marasmo, a una era en la que parece que todos esos derechos se están
viendo mermados de manera creciente sin que nadie con cierta autoridad y poder
se oponga más que sea a tientas. Esto es algo que lleva ocurriendo bastantes
años —y se ha acelerado sin duda desde que se desató la plandemia de la
COVID-19 en 2020— y abarca múltiples ámbitos de la sociedad como el sanitario,
el financiero, entre otros. Ahora bien, estamos hablando de miles de capas de
cebolla que aún quedan por destapar y no me cabe la menor duda de que una de
las más olvidadas es la de la cita con las urnas electorales.
Llegados a este punto, cabría
preguntarse por qué siguen saliendo elegidos de las urnas gobernantes de los
mismos partidos que llevan años subyugándonos —llámese PSOE, PP o quien sea— en
cada cita electoral a la que asistimos. La única diferencia ha sido la efímera
irrupción de partidos que iban supuestamente a cambiar algo pero al final se
quedaron en meras intenciones en la superficie, como Podemos o Ciudadanos. Sin
embargo, si observamos un poco más de cerca la situación, es fácil percatarse
de que, se esté donde se esté, lo único que se hace es perpetuar la trayectoria
del péndulo (izquierda-mismo punto central-derecha-mismo punto central). Todo
se revuelve en la apariencia pero sigue igual que siempre en el trasfondo.
Peleas dialécticas que presenciamos en el Parlamento cual boxeadores del verbo
en el ring del hemiciclo. Unos que se lanzan insultos como “payaso” o “facha”,
mientras otros replican haciendo alarde de un supuesto patriotismo hacia una
nación que lleva ya tiempo vendida a los grandes poderes en la sombra. Y la
vida del ciudadano normal empeora, mientras tanto, a pasos agigantados.
Y debo decir que reflexiono sobre
todo esto en un momento en el que recuerdo una frase que leí en Internet no
hace mucho que aseveraba lo siguiente: “Ya tenemos los resultados. Ahora solo
faltan las elecciones”. Ávido de curiosidad entonces, intenté indagar un poco
acerca de lo que podía significar la frase y mi sorpresa fue mayúscula. No
tardé mucho en encontrar nombres como los de Indra, compañía que, entre otras
cosas y según lo que reza en algunas de sus publicaciones, supervisa el
despliegue técnico de comicios en varios países del mundo, además de ser la
encargada de lanzar las primeras estimaciones de los resultados en países como
España. Fue entonces cuando empecé a poner en entredicho todo cuanto ocurría. ¿Cómo
era posible que ya a las 20:00 horas de la noche hubiesen hecho ya una primera
estimación de los resultados cuando se tendrían que contar miles de millones de
votos? ¿No resulta físicamente imposible una hazaña de semejante envergadura? ¿Y
existía algo más? A esta última pregunta, la respuesta fue la siguiente: desde
luego que sí. Me documenté un poco y topé con la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de
junio, del Régimen Electoral General (más conocida como la “LOREG”) en la que,
entre otras cosas, se estipula lo siguiente: “El escrutinio oficial y definitivo se realiza por las Juntas
Electorales competentes y comienza cinco días después de las Elecciones”.
Por aquel entonces, ya formaba parte de una asociación que se llama DEXCO
(Defensa por la Constitución), tres de cuyos miembros (incluido yo) decidimos
asistir el sábado posterior a las elecciones legislativas del 23 de julio de
2023 (es decir, el 29 de julio de 2023) como simples espectadores, ya que los
ciudadanos pueden asistir sin previo aviso a todo acontecimiento público, como
un escrutinio general. Eso sí. No tienen ni voz ni voto. Se deben limitar a
ver, oír y callar. Y olvídense, sin duda, de grabar. Todo muy democrático sin
duda.
Al principio, todo parecía discurrir
con normalidad. Se sacaban las actas, se cantaban en voz alta y se cotejaban
los resultados de las estimaciones de Indra con los que habían salido en las actas
manuales. Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que ya pudimos percibir los
primeros síntomas de nerviosismo y las primeras actas que parecían no cuadrar.
Querían seguir pasando las actas como si no hubiese pasado nada, algo que
nosotros recriminábamos, si bien no sirvió de mucho, porque todos los
apoderados de los partidos políticos allí presentes decidieron seguir con él
pese a los clamorosos errores que se iban acumulando, ante la atónita mirada
nuestra. Las dos horas restantes que permanecimos allí resultaron ser un puro
paripé en el que una de las miembros del comité se dedicaba a corroborar lo que
otro de ellos cantaba sin mirar si quiera la pantalla del ordenador. Debía de
ser que la susodicha poseía el don de la visión extraocular o algo por el
estilo. Ironías aparte, se debe constatar que ahí no quedó la cosa. Habida
cuenta de las horas que habíamos pasado sentados observando lo que ocurría,
decidimos salir un rato a tomar el aire y beber una taza de café al compás de
una agradable conversación. Nada nuevo bajo el Sol.
Ahora
bien, para nuestra sorpresa, cuando volvimos a la sala donde se celebraba el
escrutinio, se había acabado mágicamente el escrutinio. Las miles de cajas que
se apilaban una encima de otra con todas las actas cuyo recuento faltaba por
hacer habían desaparecido cual truco de magia que ya quisiera el mismo
Copperfield, y los apoderados se habían apresurado en firmar el resultado. Se
había producido un flagrante pucherazo en nuestras narices y no podíamos hacer
nada. Por desgracia, quienes sí podían hacerlo tenían, según parece, otras
prioridades como irse a la playa a tomar el sol en vez de impugnar (háblese
sobre todo de Vox y de unos apoderados que desconocían por completo la LOREG).
Por esa misma razón, ahora, cada vez que alguien me dice que debemos disfrutar
lo votado, yo le contesto: “si votaste, disfrútalo tú, porque aunque no lo
sepas, has participado en la gran farsa electoral”.
TODO MUERE UN POCO
Es cierto. Todo muere un poco
con cada latido del corazón,
pero también revive
cuando nunca se apaga
la belleza en la mirada.
Y sigue ardiendo sin quemar
en las entrañas el fuego
de la vida desde el alma.
Todo muere un poco,
y revive cuando no siempre
vivir se convierte en pasar sin más.
Y todo nace cada nuevo día,
aunque muera un poco.
EN FUGA
Ahora tienen prisa.
Quieren marcharse.
De inmediato, lejos
del verso que ya no sale.
Abandonar la música
y volver el silencio.
Hasta el próximo concierto
en que vuelva a asomarse
la sílaba con algo de voz.
Hasta entonces, mis palabras
siguen en paradero desconocido.
En fuga total del poema.
DE PEREGRINAJE
Del silencio a la armonía.
Y atraviesan la sílaba
hasta atracar en el verso,
cual barcos de tinta
que quieren arribar al puerto
de tu boca en un beso
que apagaría toda la oscuridad
del mundo.
En un pentagrama de flores
esbozan la primavera, alegres,
y el otoño cuando caducan
las hojas tristes de los árboles.
Están en todas partes
de la metáfora y la belleza
y, a veces, en la pavorosa
casualidad del folio en blanco,
aguardando mansas como el río
que espera lluvia para desbocarse.
Viajan tanto como la corriente
y los mares, y caminan conmigo
hacia la dulce ilusión de la utopía
que me impulsa hacia el infinito.
Están de peregrinaje.
Del silencio a la armonía
preciosa del poema.
Hoy las palabras
están de maravilloso peregrinaje
en este poema.
TESOROS
Un recuerdo indeleble.
Una mirada con que sigo
cruzando el mar de la mano
de la nostalgia.
Un beso, una caricia,
un abrazo que sigue quemando
de dulzura el pecho.
Y un corazón que sigue latiendo
al compás del alma,
y unas palabras que siguen
sonando en el aparente silencio
que deja el pasado en el presente.
Y una luz humana que,
de cuando en cuando,
me incendia el espíritu
entre tanta sombra y desespero.
Tesoros.
Todo lo que pasa por mi vida
sin tener que abrir cofres,
ni forzar cajas fuertes.
Tesoros. Con toda mi vida.
Tesoros.
UNICORNIO AZUL
Y llegó el unicornio.
Recuerdo que entonces
asomaban al albur de la sílaba
mis primeras palabras,
tímidas cual rosas
que temen encarar sutiles
los últimos coletazos del invierno.
Todavía el verso era algo lejano,
como la armonía de un silencio
que solo escucha el alma
o el petricor en un desierto
de cemento y sueños baldíos.
Y ni digamos la poesía.
Cosa, tal vez, de aquella
pupila añil bécqueriana
o la canción desesperada de Neruda.
Sin embargo, llegó el unicornio
con su inspiración cargada
de futuro, esperanza y belleza.
Y en el cuerno una metáfora
de lo que sería mi vida
desde entonces: amor
al verso y al misterio.
Con sintonía diáfana de guitarra,
llegó el unicornio azul
para revelarme la poesía.
SIN HISTORIA
Hace ya
algún tiempo, cuando aún no se había cambiado de estación al invierno mi
cabellera y no se había tornado tan prominente mi frente, escuché a un aclamado
cantautor decir lo siguiente: "los hombres sin historia son la historia". Y ahora ando
por la ciudad semidesierta a la hora de la siesta de un sábado, al tiempo que
pienso si tendría algo de razón en lo que dice. Porque en un horizonte de hormigón y horrorosas cristaleras gigantes, solo vislumbro una pesadumbre y una
tristeza que van en aumento conforme transcurre el tiempo en esta metrópolis cada
día más desolada y moribunda. Solo percibo unicornios de humo que se esfuman en
un aire contaminado de rutina, cansancio y tedio. Y no puedo evitar preguntarme
si alguien, en alguna parte de este vasto mundo, estará escribiendo alguna
página distinta a las huellas de los zapatos sucios sobre el cemento.
Tampoco
sé por qué me ha dado por comentar esto ahora. Supongo que, tal vez, tenía
ganas de pintar el terror blanco de la página con el color vivo de alguna
metáfora o, sencillamente, quería otorgarle algo de misterio a una rutina que,
en ocasiones, parece corroerme el alma y me ocurre aquello que afirmaba el
famoso poeta José Hierro: "A veces, se está muerto, aunque nos lata el
corazón, amigos". Quizás, a fin de cuentas, quería darle, en definitiva, un poco de historia a mi "sin
historia".
NO SOLO LETRAS
Estas no son solo letras.
Caminan, corren, vuelan,
traspasan la metáfora
y atraviesan una cordillera
de numen hasta estas palabras
para aterrizar en la poesía.
Mientras escribo estos versos,
que son solo letras.
Son poesía, no solo letras.
ROMPER EL TIEMPO
Puede que ahora quizás
pida un milagro,
como que la lluvia
alguna vez moje más
que el suelo e inunde
de primavera mi alma.
Porque quisiera romper el tiempo.
Verso a verso cortar cada segundo,
como si se pudiera trocear
la belleza a golpes de metáfora,
y detener los relojes un rato
en un barco de esperanza,
con destino al mar infinito
del poema que emana
de tu mirada, cual fuente
inagotable de maravilla.
Y no sé si podré
obrar tal milagro.
Por lo pronto, tan solo
te pido que me abraces.
Quizás salgamos un rato
del mundo y sus cosas
demasiado cotidianas
como el tránsito,
irremediable de las horas.
Abrázame. Solo así tal vez
obremos por un rato
el milagro de romper el tiempo.
PARA QUE NAZCA OTRO DÍA
Ahora nace otro día,
algo gris como el humo
que nubla sueños de trapo
en una ciudad de esperpento.
Pero mi mirada se inunda
de belleza al contemplar
este verso siguiente
a la tristeza.
Me queda todo un mar
de metáforas por descubrir.
Y aunque la mañana
nazca gris, ya vendrá
la poesía a solucionarlo:
la belleza siempre está presente
para quien llama a su puerta,
para que nazca otro día.
SU CIUDAD
La miraba. Y se iluminaba
el mundo de faros de deseo.
Mis barcos de ganas
iban todos a atracar
a su puerto de arrumacos.
Y mis manos como timones
de concupiscencia ascendían
sus montañas de melocotón
hacia el mar de sus ansias.
La tocaba. Y mi alma
subía más allá del corazón
a los latidos de la belleza:
con su tacto de terciopelo
los sueños solo quedaban
a un cuerpo de distancia.
Y solo entonces
existía ese abrazo.
Su ciudad, sin duda, era distinta.
La amaba. Su ciudad de maravilla.
Su ciudad distinta.
MARAVILLOSO SILENCIO
El silencio ahora es maravilloso
en su atronadora calma.
Y me dejo llevar por esa armonía
dulcemente extraña,
que dispara belleza
como un trueno que no asola
ciudad alguna,
solo las calles
de mi melancolía triste.
Así llego a la palabra
que recorre el cauce
de un papel en blanco,
hasta desembocar en el verso,
y se desborda entonces la poesía
en océanos de música
que ahora solo escucha mi alma.
En este maravilloso silencio,
y su atronadora calma.
Tú y yo, cuando nos miramos, dejamos de ser casualidad para ser encuentro. Nosotros, que ya no habremos pasado por casualidad
Poeta del Alba
EL SILENCIO SE ROMPE
(A SONIAMAR)
El silencio se rompe
en dulces notas que desafían
el ruido cotidiano de una ciudad
demasiado cansada para soñar.
Se rompe en briznas de aire
que elogian al viento que peina
la silueta de algún poema olvidado.
El silencio se rompe,
dulcemente cuando cantas.
Y resulta maravilloso
salirse en tus acordes
hacia el puente de belleza
que tienden las cuerdas
de tu guitarra.
El silencio se rompe.
Dulcemente, amadamente.
Cuando cantas, SoniAmar,
el silencio se rompe.
QUISIERA EL MAR
Ahora quisiera el mar. Solo.
Sin más palabra
que el susurro de las olas.
Y el murmullo ininterrumpido
de la brisa en la orilla.
Ahora quisiera el mar. Solo.
Sin más beso que el aliento
salado del océano en mi rostro,
y la huella de espuma
de la corriente en mi alma.
Me late el poema dentro.
Ahora quisiera el mar. Solo.
¿DÓNDE ESTÁS, DIOS?
Miro hacia arriba. Azul claro.
Otros días gris con nubes.
Pero, a fin de cuentas,
vacío.
Mientras cabalga el dios dinero
a lomos de la codicia,
y brota demasiada sangre
en una primavera de odio.
¡Qué triste no verte ahora!
¿Por qué callas si dices
ser justo y omnipotente?
¿Qué religión me queda ya
si todos se prosternan
a las delicias del capital?
Miro hacia arriba. Solo azul.
A veces, blanco con nubes.
Otros gris de tormenta.
No importa:
por más que lo intente
no consigo vislumbrarte
entre tanta niebla de miedo,
terror y tristeza
Y tanto ruido sin más música
que el latido de un alma cansada.
¿Dónde estás ahora, Dios?
¿Vuelve el conficuento?
El 14 de agosto, hace apenas tres
semanas y apenas finalizados los Juegos Olímpicos, por pura casualidad o arte
de magia, volvían a sonar todas las alarmas. La Organización Mundial de la
Salud (OMS) volvía a decretar la emergencia sanitaria. En esta ocasión, afirmaba
que se trata de un brote descontrolado de la “viruela del mono”, una
denominación que casa perfectamente con la simiesca y pérfida sonrisa que se
dibujaba en el rostro de su presidente, Tedros Adhanom, mientras daba el
anuncio. La pregunta que cabe formularse ahora es la siguiente, mientras vuelve
a cernirse sobre nuestras cabezas el fantasma de un nuevo “conficuento”: ¿volverán
las cacerolas en nuestro balcón a las ocho dispuestas a sonar?
Parece mentira que muchos se hayan
olvidado de lo ocurrido desde aquel golpe de Estado perpetrado el 14 de marzo de
2020 en virtud del cual se siguen cercenando cada día más nuestras libertadas y
nuestros derechos más fundamentales. Nadie se acuerda de todo lo que nos robó
por la cara un bicho volador invisible llamado COVID-19 en aquella pandemia (o
plandemia) cuyo comité de expertos nunca existió. Y, por mucho que haya gente
que lo siga negando, ya sea por ceguera o por ser un estómago agradecido de la
dictadura “tranquila” en la que ya vivimos, aquel estado de alarma, que derivó
en el “conficuento”, supuso el arranque de una “nueva normalidad” por la cual
cualquier excusa es buena para ir mermando nuestras ya socavadas libertades e
ir avanzando a pasos agigantados hacia lo que Klaus Schawb, fundador del Foro
Económico Mundial, denominó “El gran reseteo”. Ahora bien, ¿en qué consiste
dicho reseteo, cuáles son sus principales objetivos y por qué? Se podría hablar
largo y tendido sobre ello, si bien solo trataré cinco puntos que
considero vitales para su entendimiento.
1)
Destrucción de la economía: sin duda, un nuevo confinamiento
supondría un golpe mortal para las ya maltrechas economías de la mayoría de
familias de todo el mundo. Esto derivaría en la pérdida de autonomía de todas
ellas y se traduciría en que tendrían que someterse a los designios del Estado
tirano por medio de solicitudes de paguitas o “rentas mínimas universales” como
el Ingreso Mínimo Vital. En román paladino, te rompo las piernas, te doy la
muleta y encima me tienes que dar las gracias por haberte dejado lisiado.
2)
Reducción de la población: aunque pueda parecer una locura,
quienes mandan en la sombra —la oligarquía financiera y otros mandamases a los que
nadie vota en esas urnas tan lindas que nos ponen cada cuatro años— afirman que
en el mundo sobra el 90% de la gente y pretenden encajar esos números a través
de experimentos como la vacunación masiva de unos medicamentos en fase de
experimentación cuyos resultados han sido más que nefastos (o buenos según su
perspectiva diabólica).
3)
Digitalización y advenimiento del
Gran Hermano orwelliano: la excusa de la plandemia y el “conficuento” sirvió para hacer que la
población fuese dependiendo cada vez más de la tecnología y, por ende, se viese
más controlada sin saberlo. Solo hay que recordar cómo proliferaron en esa época
los pagos sin contacto, las videoconferencias, entre otros, y se fueron
abandonando hábitos tan comunes como el pago en efectivo, las reuniones
familiares (nos llegaron a limitar por ley el número de personas que debíamos
invitar a nuestras casas como máximo) las reuniones informales o formales de
empresa en pro, supuestamentem de la salud. Todo ello, sin que la mayoría se percate
de que lo que se busca es crear un Gran Hermano como el que describía Orwell en
su novela distópica 1984, al más puro estilo de China, país que a través de la
maravillosa digitalización ya controla minuto a minuto a sus ciudadanos. No
falta mucho para que lleguemos a ese extremo en Europa.
4)
Pérdida absoluta de la autonomía
personal y financiera: la digitalización que he mencionado con anterioridad va a desembocar en
la pérdida absoluta de la autonomía personal y financiera. Y podrían
preguntarse cómo, como es más que lógico. Muy sencillo: mediante la creación,
en primer lugar, de una moneda digital controlada por los bancos centrales
(CBDC, por sus siglas en inglés) que, en teoría empleará la misma tecnología
que el bitcoin, la cadena de bloques.
En segundo lugar, esta moneda digital permitirá, entre otras cosas, embargos de
cuentas arbitrarios, implantar caducidad al dinero (anular todo posible intento
de ahorro por parte de los ciudadanos), crear cartillas de racionamiento con
límites mensuales en la compra de carne y otros alimentos básicos, entre otras
tantas aberraciones que se puedan imaginar. Ya no tendremos libertad personal alguna
cuando llegue ese momento.
5)
Implantación del crédito social: la digitalización y la imparable
carrera de la inteligencia artificial acabarán por traducirse en la
implantación del crédito social mediante la creación de una identidad digital
en virtud de la cual el Estado podrá determinar si eres un buen ciudadano o no
y restringir tus libertades a placer. Por ejemplo, si el Estado te insta a
vacunarte y no lo haces, pierdes puntos y podrían incluso restringirte el
derecho a moverte por el territorio, algo que ya sucede en China. Puede parecer
macabro, pero podría acabar materializándose si seguimos dejándonos cocer a
fuego lento como la ranita de la fábula.
Dicho todo esto, tenemos que mirarnos para adentro y preguntarnos si de
verdad vamos a permitir que nos encierren otra vez con cualquier excusa que se
les ocurra, ya sea un mono volador o una ola de calor derivada del cambio
climático que ellos mismos provocan. Recuerden la ecuación: problema, reacción,
solución. Se han sacado ya el problema de la manga. ¿Cómo vamos a reaccionar?
Espero que no volvamos a caer en la trampa, porque como bien decía un sabio: “pueden
engañarte una vez y entonces la culpa sería de quien urde el engaño, pero si
vuelven a engañarte, entonces ya la culpa será tuya”. De nosotros depende que
vuelva o no el “conficuento”.
ESCRIBO AHORA
Escribo ahora.
Quiero decir
que vuelo a ras
de las palabras.
Y siempre primaveras
de versos en la metáfora,
mientras amanece el verbo
de la vida otra página.
Escribo ahora.
Quiero decir
que sigo vivo.
Quiero decir
que, mientras escribo,
me late el corazón del alma.
¿QUÉ ES ESO DE VIVIR?
¿Qué es eso de vivir?
Se preguntan algunos.
Yo no lo sé de cierto.
Tal vez, sea algo más
que existir. Reconciliarse
con la inocencia al viento
de algún sueño,
y después de los años,
seguir viviendo,
más allá de existir.
¿Qué es eso de vivir?
SOLO ALGUIEN NORMAL
Soy alguien normal.
Solo alguien normal,
que de cuando en cuando
hace algo extraño.
Algo fuera del tiesto,
a un paso de la magia
o de la locura: poesía.
Solo soy alguien normal,
que de cuando en cuando,
respira con el corazón del alma.
Solo alguien normal..
SALIR DEL MUNDO CONTIGO
Lo que hoy quiero
no es lo de siempre.
No es la anodina costumbre
de solamente existir.
Hoy quiero disparar
balas de belleza en las palabras,
y que se inunden de metáfora,
belleza y magia
en lo aburridamente cotidiano.
Y emigrar al corazón inefable
de un verso nuestro desde el alma.
Quiero habitar otra piel
que no sea la mía.
Entrelazarme en tus brazos:
lo que hoy quiero
es salir del mundo contigo.
LAS PERSONAS Y EL TEATRO DE LA DEMOCRACIA
Todos habremos escuchado alguna vez
en nuestra vida aquello de “todos somos personas”. Ahora bien, no creo que la
mayoría se haya parado a pensar en lo que realmente está afirmando y en por qué
no dice mejor “todos somos seres humanos”. Pues bien, al igual que ocurre con
el “género”, el término “persona” podría considerarse otro constructo social
que se remonta a la época en la que Roma era la superpotencia mundial cuya hegemonía
se ejercía por doquier.
El origen de la palabra “persona” se refiere a la máscara que se ponían,
en aquella civilización, los actores del teatro a la hora de interpretar a sus
personajes. Vendría a decirnos “lo que persuena o resuena” tras la máscara. Y
todo esto se aplica aun en nuestros días, aunque casi no seamos conscientes de
ello. A título de ejemplo, podemos citar la concisa definición del diccionario
panhispánico del español jurídico (DPEJ), la cual tiene el siguiente tenor: “1. Gral. Sujeto de derecho, susceptible de ser titular de derechos y
de contraer obligaciones.”.
Sin duda, hay que analizarla bien. Primero, emplea la palabra “sujeto”,
que no en vano remite al verbo “someter” y la pregunta es: ¿quién se somete a
algo sino un esclavo? Y si vamos más allá, también nos habla de “susceptible de
ser titular de derechos y contraer obligaciones”. Es decir, solo se es “titular”
(que porta el papel pero no la propiedad) de derechos y un obligado a cumplir
las normas. Y llegados a este punto, como personas, ¿somos verdaderamente
libres o, al contrario, somos esclavos de un estado opresor que ya no disimula
en enseñarnos sus verdaderos y macabros propósitos?
Yo, sinceramente, cada día estoy más convencido de que no es en absoluto
así, porque no tenemos ni voz ni voto en lo que acaece a nuestro alrededor.
Solo debemos observar lo que ocurre en la arena política cuando se supone que,
de acuerdo con el propio artículo 1 de la Carta Magna, “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los
poderes del Estado”. En mi opinión, ocurre todo lo contrario, porque el
Estado oprime a su pueblo mediante diversos métodos como los embargos, las
coacciones en forma de multas, entre otras muchas. Ya no hacen falta los
tanques en la calle. Y, a título de ejemplo, se supone que vivimos en un estado
democrático en el que podemos elegir a nuestros representantes libremente
mediante el voto. Ahora bien, ¿podemos ejercer escrutinio sobre ellos durante
todo lo que dura la legislatura? Desde luego que no. Y más aún, cuando no son
más que meros actores o personas políticas que representan un papel en este
teatro al que llaman democracia. Títeres, meras marionetas cuyos hilos
controlan otros desde el verdadero gobierno en la sombra. En una ocasión, le
toca a uno hacer de payaso (véase Gabriel Rufián) y a otros de poli bueno y
poli malo (las lizas entre PP y VOX en el Parlamento con gran actuación de
ambas bancadas). Y así marean la perdiz con el único objetivo de mantener
distraída a una población que no es consciente en absoluto de la ilusión
teatral en la que está viviendo y sigue “partiendo” de ideología en ideología.
Y es que, por desgracia, desde que nacemos se nos asigna un rol en esta
obra. Basta con citar la definición que nos da el DPEJ de “nacimiento”, cuya
raíz comparte con la propia “nación” o “conjunto de nacidos” desde un punto de
vista legal: “Hecho jurídico
determinante de la adquisición de la personalidad jurídica, que tiene lugar una
vez producido el entero desprendimiento del seno materno.” Nos lo
dice bien clarito. A efectos jurídicos y del Estado, solo somos máscaras como
aquellas sin rostro que pudimos apreciar en la ceremonia de clausura de los
JJ. OO. No somos más que los espectadores pasivos de una gran obra teatral
a la que denominan democracia. Y lo triste es que la mayoría de seres humanos
siguen siendo personas ciegas, máscaras. Espero que algún día entendamos que,
como seres humanos y no como personas, no debemos seguir delegando en otros el
rumbo de nuestras vidas, y menos a unos que defienden la democracia de las
personas esclavas.
NOTAS AL VIENTO
Notas al viento.
Notas que rezuman
del papel como pequeñas aves
que vuelan sobre la pluma.
Acordes cotidianos
que ya no lo son tanto.
El aire sin duda esta mañana
es algo distinto
al que respiro de costumbre:
lleva poesía.
Lleva notas maravillosas
al viento.
¿Sexo o género?
Resulta cada vez más frecuente
escuchar a la gente —incluso a quienes se consideran parte de la disidencia—
emplear el término “género” como sinónimo del sexo biológico. Si nos atenemos a
la tercera acepción que nos brinda el diccionario de la RAE, podemos apreciar
que se trata de un craso error. Veamos la definición en su tenor exacto: “grupo al que pertenecen los seres humanos
de cada sexo entendido este desde un punto de vista sociocultural en lugar de
exclusivamente biológico”.
Por consiguiente, queda de manifiesto, si la analizamos con detenimiento, que se trata de un constructo sociocultural que hunde sus raíces en los postulados de John Money, uno de los máximos referentes de lo que se ha dado en denominar “ideología de género”. Dicha ideología, perversa, macabra y retorcida si se observan con los ojos bien abiertos las aberraciones y atrocidades que se vienen produciendo en esta materia en los últimos tiempos, forma parte de la denominada Agenda 2030, en virtud de la cual se pretende construir un nuevo mundo de esclavos sin rostro y sin identidad en que prevalezca un pensamiento único y un ser humano robotizado y homogéneo. Una Agenda 2030 que, tras sus maravillosos colorines y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible en cuya lectura cualquiera de nosotros podría quedar encandilado, avanza a pasos agigantados hacia la destrucción de todo lo que conocemos y la civilización tal y como la hemos vivido, y que parece no tener freno. Más aún, cuando la mayoría de los supuestos disidentes siguen empleando este mismo término para hablar de conceptos como los “roles de género”, entre otras necedades, sin contar aquella ocasión en la que un chaval de instituto supuestamente rebatía a su profesora de Biología al decirle que solo existían “dos géneros”, una afirmación totalmente errada, porque la ONU, atendiendo al retoño que ellos mismos han concebido, asevera que existen más de un centenar. Con toda la razón, porque el género no tiene nada que ver con el sexo biológico. Es su constructo y pueden moldearlo como quieran, le pese a quien le pese.
Así pues,
llegados a este punto, cabe plantearse la siguiente cuestión: ¿acaso nos
podemos considerar disidentes en esta materia cuando empleamos los mismos
términos con los que los mandamases entre bambalinas del mundo nos manipulan?
Soy de la opinión de que debemos realizar un análisis concienzudo e introspectivo
a la hora de sopesar qué lenguaje estamos utilizando y por qué. Si se supone
que vamos a contracorriente del sistema, ¿cómo es posible que empleemos los
mismos términos que tratan de imponernos? ¿no estaremos también dormidos en una
matrix diferente, pero igualmente dormidos? No se puede decir que se va en la
dirección contraria del sistema opresor y, al mismo tiempo, guiarse por sus
directrices cuando nos conviene conformar un discurso con una retórica
determinada. Aunque la mayoría lo use, porque eso sería seguir incurriendo en
el pensamiento gregario y no querer salirse de la pecera. Hay que plantarse de
una vez y hablar con claridad. ¿Sexo o género? Desde luego, si nos ceñimos a la
biología, hablemos de sexo. El género dejémoslo para otros.
LÁGRIMAS DISTINTAS
Ahora estoy llorando, aunque siento
que mis lágrimas son distintas.
No caen como yunques
de tristeza al suelo.
Son como diamantes
de melancolía que desbordan
metáfora, belleza y poesía.
Y resulta maravilloso llorar,
mientras se escribe otro día
en las pequeñas páginas
de mi historia,
con lágrimas distintas.
DESPUÉS DE MORIRME
Moriré, y aun así, tal vez,
siga existiendo.
Porque alguien siga resumiendo
en un latido de nostalgia
los compases del alma
que supimos compartir.
Porque alguien, quizás un amigo,
con una chispa de recuerdo
encienda mi nombre, y amanezcan
en la mirada los ojos míos
de entonces, mientras se clavaban
en la belleza de algún verso
inefable, inalcanzable, eterno.
En una poesía que nunca
se dejó quizás de escribir.
Moriré, y después de morirme
puede que aún siga viviendo.
Porque alguien desde la nostalgia
siga iluminando mi alma,
y en una chispa de recuerdo
siga encendiendo mi nombre.
Después de morirme...