PUEDE QUE NO DEJE NUNCA
Puede que nunca deje de llover
sobre las faldas de cemento
y pavimento con las que se casan
todas las veinticuatro horas
de la vida nuestros pies.
Ahora bien, la decisión
de que persista la tormenta
es cuestión de nuestra tristeza.
Quizás, debamos aprender a llorar
mejor sin derramar tantos amaneceres
en tantos recuerdos y nostalgias
de tardes que pudieron
ser bastante soleadas.
Y se quedaron en fantasmas
de noches y cuerpos
que nunca pudimos abrazar.
Aunque nunca deje de llover
es nuestra decisión siempre
que amanezca en nuestros ojos.
Aunque nunca deje de llover
tristeza en la mirada...
miércoles, 1 de octubre de 2008
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