ANDAR
Ya decía Antonio Machado, de forma bastante acertada, que "al andar se hace camino, y al echar la vista atrás se ve la senda que no se ha de volver a pisar". Porque, tal vez, andar es algo más que gastar nuestros pasos en aceras de asfalto o senderos de tierra por los que hemos de transitar para llegar a algún destino algo aislado. Y puede que se nos haya olvidado sentir cada paso del camino. Ahondar en cada huella antes de que el mar las borre de las siluetas de arena y brisa marina de una playa, o el tiempo se encargue de llevárselas de cualquier calle en la que los pasos cansados seguirán siendo pasto de generaciones.
Yo ahora, al menos, intento que ardan mis pies sobre el pavimento sin quemar demasiado la ciudad. Miro a mi alrededor, mientras contemplo cómo puebla cada vez más la resignación los rostros de invierno de la gente, cómo se desgastan los sueños sin raíces en la esperanza de mármol del bienestar capitalista. Y aunque no pueda ver nítidamente horizonte alguno al final de ese pasillo lúgubre de desesperanza, bocinas ruidosas y molicie por el que mi vida ha de transitar ahora, soy fiel andante de lo que anhelo, y seguidor acérrimo del parlamento de mi propia esperanza. Sé que tendré buen camino y habrá sillas que me inviten a parar, como decía Silvio Rodríguez. Pero estoy tranquilo. Todavía soy dueño de mis pies para seguir andando por la vida.
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