YA NO TE ACUERDAS. LO SÉ
Ya no te acuerdas, lo sé.
Todos los que era yo
te querían, te amaban.
Tu voz era la calma
entre voces de guerra,
gritos y revoluciones anheladas.
Sentado en mi silla de madera,
y con la miel en las palabras
esperaba siempre darte un beso.
Los bancos de aquellos parques
eran, entonces, anfitriones
sin parangón de la ternura.
Recorríamos los sueños
en las líneas de tus labios,
en los surcos de mis manos,
en la tierra cariñosa de un abrazo,
mientras los viandantes
despedían melancólicos el tiempo,
y unos jóvenes fumaban
sus sueños en otro rincón.
Ya no te acuerdas lo sé.
Quedan lejos aquellas tardes
en las que reinábamos solos
en la república del afecto,
mientras en la caricia
subíamos a un trono de lujuria,
y nos olvidábamos de las calles
vacías, sin más historia
que los pasos cansados de la gente.
Ya no te acuerdas, lo sé.
Pero todos los que eran yo,
contigo, te querían, te amaban.
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