DARLE MARCHA ATRÁS
A veces, me gustaría
darle marcha atrás a los relojes
como cuando vuelven a cero
los cuentakilómetros a golpe de botón.
Pero así como ellos se estropean,
y se quedan en 10.000 o 20.000
kilómetros menos al paraíso,
yo también me degrado.
Y no sirve demasiado
que procure girar las manijas
hacia el otro lado:
las heridas del tiempo
siguen haciendo mella igual.
Sin embargo, quiero ser
efímeramente eterno
en un lugar en donde sé
que el tiempo no ha de pasar:
tus besos y todo lo que eres.
Porque amo tu nación breve
y eterna en mi recuerdo
de caricias y besos.
Y tu sonrisa breve,
y tus labios breves,
y tus piernas breves,
y tu belleza breve,
y tu silencio breve,
y tu cintura breve,
y tu amor brevemente humano.
Porque, al fin y al cabo,
me encanta jugar a la eternidad
en tu efímeramente inacabable
mundo de ternura,
mientras me amas.
Y podemos darle marcha atrás
al cauce inexorable de la sangre,
y el tiempo hacia el olvido.
Porque te amo,
brevemente.
Y hasta siempre.
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