BREVE DIÁLOGO ENTRE NIETO Y ABUELO
- Abuelo, ayer soñé que era un pájaro. Me quedé triste cuando desperté.
- Puedo preguntarte por qué, mi querido nieto.
- No lo sé, abuelito. Me hubiese encantado seguir volando un rato más. Se veía tan bonito el mundo desde arriba.
- ¿Quién te ha dicho que no puedes hacerlo?
- Acabo de aprender en clase que solo las aves pueden hacerlo, porque tienen alas. Nosotros somos mamíferos y no podemos al no tenerlas.
- ¿Y quién te dice que no puedes hacerlo sin ellas?
- No te entiendo abuelito. ¿Qué me quieres decir?
- ¿Aún eres capaz de soñar? ¿Sabes lo que es la imaginación?
- Sí. ¿Es eso que nos permite anhelar y pensar en otros mundos posibles, como el Principito solito en su pequeña luna particular no?
- Eso es. Y como ese mismo libro dice: "No se trata de crecer. Es más una cuestión de olvidar".
- Sí. Recuerdo haber leído eso, aunque no lo entiendo bien.
- Ni falta que te hace aún. Solo prométeme que nunca dejarás de soñar, ni de volar, aunque al despertarte la gravedad de las cosas te mantenga pegado aquí. ¿Lo harás?
- Sí abuelo. Te haré caso. Esta noche si cierro los ojos, vuelvo a soñar, y me despierto como siempre, sin alas, seguiré creyendo que las tengo.
- Así me gusta.
Ha llovido un poco desde entonces. Tiene casi treinta y un años, y pese al peso del tiempo y de la gravedad de las cosas comunes, ese inocente nieto sigue creyendo en sus alas. Sueña. Despierto, sueña mucho. Y ni falta que le hacen las alas.