NOS QUEDAMOS
Nos quedamos. Dejamos aquella tarde
habitada de sueños y besos,
que, a veces, nunca llegamos
a darnos como quisimos.
Nos quedamos. Desnudos y ciertos
en aquel tiempo de colores
en el que los relojes no dolían
tanto como de costumbre.
En la sombra sutil del agua,
mientras surcábamos otro mar
en el que solo hacían pie
nuestras ganas sentadas
y aceleradas en la lujuria.
No sé si te acuerdas,
pero ahí nos quedamos.
Dejamos aquella tarde
habitada de nosotros,
aunque se la llevasen
las horas tras el ocaso,
y muriese en otro abrazo
maravilloso y natural a la luna.
Ahí nos quedamos.
En este poema mismo
que nos escribe
en aquella tarde inolvidable,
habitada de nosotros.
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