PROPIA CONQUISTA
Sé que no tengo la solución
Sé que no tengo la solución
a todos los problemas del mundo.
Ahora bien, de algo estoy seguro:
si nos empeñáramos más
en conquistarnos el alma
y la lúcida conciencia,
en lugar de pretender el gobierno
de otros territorios lejanos,
quizás las granadas
serían más dulces y las balas
no despedirían tantos muertos
entre escombros y destrucción.
Serían frutas u objetos
de decoración en alguna sala,
si empeñáramos sin duda más
nuestras humanas fuerzas
en conquistar la belleza de vivir,
desde el alma desnuda,
y la lúcida y despierta conciencia.
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