ELLA SIN ELLA
Le pregunto qué piensa,
y no sabe la talla de su recuerdo
como no acierta a adivinar
qué zapato ponerse entre chancla
o zapatos o los dos.
Las calles de sus pensamientos
parecen estrecharse,
y su alma se vuelve enciclopedia
de emociones, saludos,
adioses y sueños infantiles.
Ella, a veces, parece
estar un poco sin ella.
Me mira a los ojos
como una escoba de nostalgia
que barre dulcemente
su memoria, mientras se detiene
ausente en el contorno
sutil de la desmemoria.
Y sé que todavía me ama.
Me lleva dentro como entonces,
cuando me sonríe,
aunque no sepa ya mi nombre.
Aunque ya no sea el mismo.
Y tampoco ella,
sin ella.
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