TE PARASTE EN MI TIEMPO
Te paraste en mi tiempo.
A las cuatro de mi tristeza,
que hasta entonces no sabía
que podía tener la forma
redonda de tus pupilas
abiertas de fulgor trémulo.
Y desde entonces
las tardes no pasan
como de costumbre.
Se recuestan con mi alma,
y tus ojos de costado
en las puertas de mi ternura,
aguardando tu abrazo sincero.
Te paraste en mi tiempo.
A las cinco en punto
de mis ganas.
Y desde entonces
ya las horas no discurren
igual, mientras las detengo
casi eternamente recordándote.
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