PERDEMOS DEMASIADO
Perdemos demasiado. El tiempo, la sonrisa, los amigos que pasan y ya no vuelven tras un último adiós que siempre creímos una despedida temporal de "hasta luego". El mar que se nos escapa cada día por no atrevernos a salir de una pecera de comodidad. Los sueños, alguna que otra mariposa futura en el estómago por no vencer la timidez de querer amar también los perdemos.
Las hojas de otoño cuya primavera no supimos imprimir en nuestro corazón antes de que se marchara el verdor de alguna pradera de ternura. El alma en los pies demasiado cansados para andar un camino propio cuando se acaba la rutina y se apagan las oficinas. Las cuatro, las cinco y las siete de otra tarde que parece querer morirse pronto y lentamente tras el horizonte. Otra posible caricia. La poesía que no supimos deducir del cosquilleo de una hormiga subiendo por la espalda, mientras la melancolía bajaba en botes de lágrimas por la mejilla. Perdemos demasiado.
Hoy enciendo quizás un poco el Sol en mis ojos, mientras declina otra tarde a encontrarse con la noche de nuevo. Y siento que tal vez estas palabras, al menos, no se han perdido, aunque a veces se pierda demasiado. Hasta el corazón en algún latido de sueños ajenos a los nuestros.
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