AQUELLOS AÑOS
Aquellos años eran distintos.
No mataban tanto,
ni daban tanto miedo como ahora
asomarse a la delicia
o al abismo.
El mar solo contaba
con la profundidad de un sueño,
y no importaba que sobre el agua
las zapatillas no sirvieran
para andar.
El Sol no quemaba tanto.
Su piel de luz, entonces,
era de melocotón, rotuladores
y tierna plastina deshaciendo
dulcemente paraísos en las manos.
Y era posible navegar
por la fábula sin encallar
demasiado en la tristeza
o naufragar en la soledad.
Tan malo es ahora o lo parece
estar solo con uno mismo.
Aquellos años eran distintos.
Ahora los patios de puertas
de caramelo y sirenas de Beethoven
y Elisa han dado paso
a otras cosas más mundanas.
Las hadas se mudaron a otros cuentos
Cuando ya me quise dar la vuelta
ante los años, ya no estaban.
Y a ciegas dejó de ser dulce
aquella piñata cuyo aniversario
transcurre ahora más bien con alevosía
y silencio hacia un final
del que tengo la certeza.
Aquellos años eran distintos.
Supongo que soñar no costaba tanto,
cuando la inocencia me miraba,
y solo pesaba, tal vez, la maleta
con los libros y los lápices.
Y solo me digo ahora:
era tan hermoso atravesar el mar
sin tener que mirar el agua..