SOLEMNE PAYASO
Permítanme, al menos, hoy
que me ponga una nariz roja,
engrandezca con tinta y plastilina,
y colorines mis labios,
sonría sin pedir demasiado permiso,
y la carcajada emerja sola
de mis ganas de reírme
como la escarcha en la helada
de una noche fría e invernal.
Se lo prometo.
No haré mucho ruido.
Me reiré lo justo,
y me columpiaré sin molestar
durante un momento
en mis risas.
Seré lo que ustedes quieran llamarlo.
Tal vez, un solemne payaso.
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