MÚSICA PARA EL ALMA

domingo, 3 de noviembre de 2013

PRIMER DISCURSO HUMANO (NUESTRA MAGIA)



NUESTRA MAGIA

Siempre se nos dice, desde que somos pequeños, que la magia hay que buscarla en las fábulas, los sueños, los cuentos de hadas, las manos de un mago o el fondo de una chistera de cuyo océano de ilusiones de cuando en cuando emerge un conejo, una sonrisa o una fantasía. En otras ocasiones, también  encontrarla en escaparse de una camisa de fuerza. Y es cierto que también se habla, a veces, de esa magia o encanto que portan algunos seres de cuyo recuerdo no podemos desprendernos, cuando olvidarlos podría formar parte de nuestra propia muerte paulatina. 

Sin embargo, pocos hablan de que todos somos magos por naturaleza. Si bien puede que no seamos muy diestros en el arte de ocultar e impresionar a una audiencia haciendo salir cosas inverosímiles de ninguna parte o escabulléndonos de una parca casi inexorable, llevamos algo único dentro de nosotros. Esa pequeña, ínfima flama que arde en los ojos de quien quiere sentirla como algo bastante más dulce que un fuego provocado. Como alguien que quiere sentir un incendio de ternura o emoción el pecho en el que ardan solo la piel, los poros y los mapas de las ganas de dos amantes que quieren abrazarse, y abrasarse también si es posible. Esa energía o esa luz ante la que algunos prefieren ponerse gafas de sol, quien sabe para protegerse de qué exactamente.

Así es nuestra magia. Nuestra magia de querer ser humanos sin que nos vendan chisteras o hacernos creer que Copperfield es el único dotado con ese don. Tenemos magia. Portamos luz. Esa chispa de la que hablaba Galeano, que no sabe de incendios terribles, sino más bien de pequeñas hogueras dulces y maravillosas en las que solo se calcinan sin destruir nada dulcemente la emoción, la piel, las manos, los abrazos, las caricias y, otras veces, incluso el miedo de desnudarnos. Porque somos mágicamente humanos, aun sin chistera.

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