Querido amigo:
Te escribo de nuevo con afán de contarte algo distinto. En esta ocasión voy a concentrarme en el concepto de lo que yo llamo un "ganador". Hay muchas veces en las que los medios de comunicación nos bombardean con una de las posibles acepciones de ese sustantivo maravilloso y halagador. Se nos muestran imágenes de atletas, deportistas y gente con éxito en general a las que se le colma con laureles y medallas de diversos materiales en acontecimientos puntuales como los Juegos Olímpicos, entre otros muchos. Tanto que, en muchas ocasiones, pensamos que ese es el verdadero y genuino paradigma de triunfador colmado de éxitos que debemos perseguir durante toda nuestra efímera vida.
Debo decirte que nos equivocamos de pleno. Las medallas que podamos colgarnos, los éxitos materiales que podamos cosechar, y las fortunas que podamos aglutinar nunca van a llenarnos de lo que más necesitamos en esta existencia: felicidad. Pueden colmar armarios, estanterías, paredes llenas de trofeos y vitrinas. Ahora bien, nunca van a saciarnos de felicidad, porque este estado es como un jardín que solo puede regarse mediante amor propio, besos certeros al alma, y creencia en un mismo y en la existencia como algo hermoso, y no como un extenuante paso por la supervivencia hasta la muerte.
Ahora puedes preguntarte: ¿cómo puedo conseguir eso de lo que hablas? Es bastante más sencillo de lo que parece. Considérate ya un ganador. Un verdadero ganador. Un triunfador nato. Estás leyendo estas palabras, al tiempo que quizás escuchas cómo canta un ruiseñor en la copa de un sauce que no para de llorar. Sientes, te emocionas cuando te tocan las manos o el alma sin rozarte apenas la piel desde un poema perfecto. Ya ganaste el más valioso de los trofeos, aunque a veces los ruidos extraños de la urbe y las bombas de racimo mental que cada día te lanzan te impidan vislumbrarlo. Ya has ganado tu vida, desde el mismo momento en el que viniste al mundo por una especie de suerte cósmica. Y, aunque no lo creas, esa será siempre tu gran victoria, aunque nunca llegues a colgarte un trozo de metal del cuello o no aparezcas en la revista Forbes de los millonarios.
Te aseguro que nada de eso va importarte, cuando tu alma también despegue sus ojos del asfalto, despiertes de verdad y, entonces, te percates de que tu felicidad ha ganado también el mejor de los premios. Tú estás vivo y dispuesto a quererla también contigo mientras así sea, ganador.
Te aseguro que nada de eso va importarte, cuando tu alma también despegue sus ojos del asfalto, despiertes de verdad y, entonces, te percates de que tu felicidad ha ganado también el mejor de los premios. Tú estás vivo y dispuesto a quererla también contigo mientras así sea, ganador.
Con todo el amor
Atentamente
Un amigo sincero
Atentamente
Un amigo sincero
0 comentarios:
Publicar un comentario