PLOMO, PÓLVORA Y MIEDO
Se empeñan tanto en llenarme
de plomo el corazón,
y colmarme de pólvora
la desnudez hermosa del alma,
e inundarme de miedo
los pasos por mi camino
hacia el mundo de mí mismo,
y el cosmos.
Se empeñan tanto en la tarea
de silenciar mi humanidad
que, a veces, llego a creer
que no hay nada más allá
de esta rutina grave, triste
y lóbrega en que muchos sueños
mueren antes de echar a volar
más allá de la inocencia
de los párpados pequeños de entonces
con los que soñar despierto
era algo tangible y cierto.
Entonces, me miro los pies.
Escucho la armonía perfecta
de los latidos de mi corazón,
y me detengo a la vera
del tiempo a descansar
un rato de las horas cansadas
de una urbe moliciosa y agobiante.
Y me doy cuenta
de que brillo sin más,
aunque no me ilumine la sombra
ninguna farola en esta noche.
Pese a todo.
Pese al plomo en el corazón.
Pese a la pólvora en el alma.
Y pese al miedo en mi camino,
sigo siendo bella
e imperfectamente humano.
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