VERTICALMENTE
Su mirada siempre hacia el suelo
hace que me pregunte
cómo podría caer la lluvia
desde el corazón de la tierra,
y también si, quizás, el mar
tranquilo que encierran sus ojos
guarda alguna ola de silencio
que supere el sutil estruendo
de las palabras
que la enfermedad ya calla.
Verticalmente, hacia el suelo,
quizás observa el infinito cosmos
de la belleza que mis ojos
ya tristes no saben iluminar
en su ausente y hermoso rostro.
No sé dónde estás, mamá.
Ya no sé adónde miras,
y tampoco adivino en tu silencio
más que algún que otro gemido
esporádico y casi acezante.
Pero no importa, mientras parezcas
seguir mirando, verticalemente,
desde el suelo el amor de un hijo
al que solo tu océano de gracia consuela.
Verticalmente hacia mi melancolía.
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