TIEMBLA EL MAR
Tiembla el mar. Tiene miedo.
La corriente en estos tiempos
acarrea algo más que ondas de agua.
La economía transparente
se sostiene con alfileres de crédito.
Y ahora no llueve,
pese a la tormenta:
solo unas lágrimas de pecunia,
malos humos y sangre.
Yo mientras, intento enamorarme
cada día de la belleza:
aún no pueden quitarme
el derecho a nacer otra vez
con una mirada al misterio.
Tampoco los recortes
pueden estrechar la amplitud
de los balcones azules
de mis sueños,
pese a que, a veces,
en la república de la razón
no hay espacio para delirar.
Y los coches suelten humo.
A los árboles se les caigan
las hojas en otoño.
Y el paraíso quede
a un arco iris de distancia.
Tiembla el mar. Tiene miedo
de que no haya más barcos
de imaginación que surquen
sus aguas de libertad.
Yo mientras, pese a la tormenta,
sigo soñando.
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