YO TAMBIÉN SOY MINERO
Yo también soy minero,
aunque no descienda
a miles de metros bajo tierra.
Yo también soy minero
como vosotros ahora
de voz, grito, humildad y dignidad.
Ante la silicosis crediticia
que contagia nuestra rutina,
y la neumocosis de humanidad
que asfixia nuestras ganas
de seguir caminando
por una urbe sin alma.
Ante la fibrosis de pulmones
pecuniarios que nos ahoga,
y el mercuarialismo de codicia
que envenena nuestras ansias
de andar como pueblo unido.
Y ante el viento y las flores
que quieren crecer desde la raíz.
Y la mirada de asfalto de una urbe
que parece despertarse ahora
de su letargo de pavimento
tras vuestros pasos negros
y decididos, como la Cenicienta
que debió hacer caso al Hada
y no calzarse aquel zapatito
de cristal y oro empapelado:
una medianoche poblada de crisis
nos jodió el conjuro capitalista.
Las luces de vuestros cascos
son ahora los faros que guían
mis palabras como puentes
tendidos hacia vuestras fuerzas.
Y debo decir que nunca
he bajado a un túnel con gas grisú,
salvo al de la consciencia.
Ni he respirado el aliento
de la muerte tan de cerca.
Pero sabed que estoy con vosotros,
y contigo, y con todos ellos.
Porque vuestros pasos
llevan el ritmo de la libertad.
Y vuestro corazón nostálgico
de las minas de Asturias
el latido de toda nuestra dignidad.
Por eso, ahora más que nunca,
yo también soy minero.
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