TUVIMOS QUE ENCONTRARNOS
Tuvimos que encontrarnos,
supongo.
Como se encuentran dos pasos
en la tierra diferentes,
cuando las manos tienden puentes
a la incertidumbre de una caricia
cuyas puertas no se abren siempre
en el abrazo.
Tuvimos que encontrarnos.
Tuvimos que cruzarnos
como el trayecto de dos trenes
fugaces en un arrumaco.
La diferencia es que aún
siento tus manos en las mías,
y en las estaciones siempre
las despedidas son las pasajeras
únicas de la nostalgia,
y el frágil traqueteo de los viajes.
Tuvimos que encontrarnos
supongo, en este poema
al que algunos llaman la vida.
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