ESTOY CANSADO
Estoy cansado. Solo puedo decir eso. Estoy cansado de que me miren con cara de póquer cuando les digo que a Europa ya no se va a triunfar, sino a sobrevivir como se puede. Estoy cansado de escuchar relatos en los que la amargura parece apoderarse de cada palabra por la que se afirma que se merece algo más que limpiar retretes. Nadie es más por contar más papeles en una carpeta. Y me apena que muchos solo vean y no observen lo que acontece más allá de lo que ven sus ojos y lo que pretende reflejar la "desinformación de masas".
Estoy cansado de que me pregunten casi como una interrogación retórica si gano lo suficiente para comprarme poco menos que un palacio. Estoy cansado de leer grandes mentiras y entelequias en diarios supuestamente serios en los que se invita a los jóvenes a poco menos que hacerse un poco menos ricos que Bill Gates. "Españolito, vente a Alemania".. Falta el subtítulo: "a por un buen minijob especial para esclavitos del Sur". Estoy cansado, también, de estar cansado. De no tener apenas tiempo para vivir sin tener prisa, porque es cierto que me paso cinco días a la semana en la oficina. El problema es que el sábado me toca limpiar y comprar lo que no he podido durante la semana porque todo cierra a las seis y no hay aliento que desgastar. Con suerte, los domingos puedo dormir un poco más que de costumbre y limpiar bien mi retrete de mierda que no siempre apesta a metano. Vida de principito vamos al que le molesta agacharse un poquito.
Y aun así, sigo cansado. Cansado de darme cuenta de que ese clandestino del que hablaba Manu Chao soy también yo. Ando como un papelito legal por las calles de la terrible Babylon sin que nadie repare en el origen de mi tristeza o mi saudade. Cansado de que nos sigan haciendo tragar el maravilloso engaño de creer que un diploma nos iba a dar la llave de esa estabilidad imposible en la vida en la que un día nos hicieron creer: "la vida es aquello que ocurre mientras tú te empeñas en hacer otros planes" como decía el sabio y célebre John Lennon. Hay que luchar. Levantarse. Alzar las manos. Disparar algo más que rabietas en redes sociales y usar el fusil de la protesta si queremos que nuestra dignidad vuelva. Y además de eso, no dejar nunca la batalla por vivir dignamente al menos. Las pataletas quedaban bien en épocas de colegio y sueños cuyas escaleras de plastilina no agotaban al subirlas. Cuando se cumplen años, se debe también crecer con ellos.
Ahora llegar al tercer piso de mi estudio me extenúa a veces, demasiado. Me cansa mucho. Tanto que me digo que debo seguir, aunque me cueste, con la verdadera carrera en la que los diplomas valen más bien poco: la vida.
Estoy cansado. Es todo lo que puedo decir.
1 comentarios:
Es hermoso, profundo y musical...también estoy cansada...
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