TENGO POCO QUE DECIR
Tengo poco que decir,
poco que ver,
poco que asustarme.
Y mucho que callar dulcemente,
y ver cuando quiera
y donde quiera
los ojos que me apetecen
como ciruelas maduras de luz.
Ya supongo que sabes
de lo que estoy hablando.
Decir más está de más,
entonces.
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