ENSÉÑAME OTRAS COSAS
Déjame descansar ahora
de estas diez de la noche
que avanzan hacia las once
de otro ocaso en que morirá
otro día.
Déjame que descansen mis pupilas
de este infarto de miocardio
en pleno corazón de la belleza
que no suspira bien
bajo el asfalto.
Y que se descuelgue el viento
del cielo hasta las alas
de algún sueño o el anhelo
de quererte tener conmigo.
Enséñame otras cosas.
Enséñame como, por ejemplo,
en las pizarras de un colegio
todavía puede caber bien el paraíso,
y los dedos aún pueden columpiarse
en los puentes de ganas
hacia el deseo que me tiende
la desnudez callada de tu cuerpo.
Y los castillos en el aire
no tienen por qué derrumbarse
cuando los sostiene algo más
que una piedra angular
que no se ancla en la tierra
como tu primavera en mis recuerdos.
Enséñame otras cosas.
muéstrame otro camino
hacia la ausencia de dolor
lejos de las aspirinas.
Muéstrame como puedo beberte
sorbo a sorbo los labios,
los miedos y los brazos
para que la embriaguez no sea
tan mala y la resaca solo grite
en el mar cada segundo de corriente.
Enséñame otras cosas.
Ábreme ese mundo
cuyo planeta orbita
en esta única dimensión
en la que parecemos amarnos,
solo tú y yo, sin más distancia
al Sol que mirarnos.
Enséñame otras cosas.
Empecemos la lección de amarnos.