SEAMOS HIJOS DEL AIRE
No pensemos mucho.
No aguardemos otro momento
para darnos el beso
que esperan nuestros labios.
La ciudad pesa demasiado.
Déjemosla por el momento
en esta alcoba de sueños
en la que se ha convertido
nuestra casa de ganas y silencio
dulcemente estrepitoso.
Y la gravedad solo debe acompañar
a la masa de nuestros cuerpos:
quiero que nuestras almas desnudas
jueguen durante un instante al menos
a ser ingrávidas en la lujuria.
Seamos nietos de la eternidad
efímera de querernos,
e hijos del aire.
No lo pensamos mucho.
Ahora es el momento
de amarnos como amamos.
Seamos hijos del aire.
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