DECIMOSEXTO DISCURSO HUMANO
LIGERO DE EQUIPAJE
Me dicen que partes hoy, y no llevas demasiado equipaje. Lo justo y necesario para un periplo un tanto peculiar que no precisa de propulsión a queroseno o sueños cargados en la bodega de algún avión. Los árboles esta vez despejarán el bosque y su primavera en vez de envolverlo. Esta vez se trata de un viaje diferente.
Te llevas el peso ligero o duro, según se mire, de algunos recuerdos e historias pasadas. En la maleta no cargas kilos de calcetines sin demasiada Navidad en el interior ni muchos zapatos. Vas a andar mucho, pero emprenderás otro camino diferentes de cuantos alberga el mundo en su impredecible geografía.
Te recorrerán la mejilla algunas lágrimas de cuando en cuando. Murmurarán ríos de nostalgias a tu paso por cada momento. Tengo también la certeza de que tendrás miedo de lanzarte en paracaídas hacia alguno de esos anhelos que portas sobre tus hombros ya algo desgastados. El mar, sin duda, te impondrá bastante. Tendrás miedo de cruzarlo con tus zapatillas de ganas como única herramienta posible.
Al cabo del tiempo, cuando ya parezca que vayas llegando, el horizonte parecerá quizás más lejano y te costará con los años cargar con las alas de tus ansias. Creerás que el hilo de esa frágil cometa de tus delirios está a punto de romperse casi siempre. Sin embargo, luego pensarás que las utopías, al fin y al cabo, son las que contribuyen aunque avancemos en algo cuando nos empeñamos en perseguirlas.
Y proseguirás el viaje que ahora emprendes. Hacia tus sueños. Bastante ligero de equipaje. Con las ganas en los bolsillos y la mirada puesta en ese hermoso lugar de recreo al que te gustaría ir: tu soledad a solas con tu alma desnuda.
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