CIERRAS LOS OJOS
Cierras los ojos.
La distancia a un sueño
es más corta tras el cansancio.
Un suspiro basta, la noche incendia
de luz los balcones que despiden
miradas tristes en la ciudad.
Y entras en otra ciudad
donde los barrios no huelen
a asfalto, y el corazón
sabe a miel y aire.
Te acuerdas de repente
de aquellos columpios
en los que volaban los besos
inocentes como las olas
que se levantan en el océano.
Y surcas otras esquinas
donde no tiene límites la esperanza.
Escuchas otra voz que parece
no acabarse con el silencio:
dormido el día se acabó
la gravedad del tiempo.
Y pasas sin ser
durante un instante
que es tuyo, y no de las agujas.
Te preguntas y dices
que vale la pena estar vivo
para vivir la eternidad un segundo.
Y se te va yendo la fatiga.
Se termina el puente de aire
hacia el viento que tejía
tu consciencia algo alocada.
Y eres feliz hasta entonces.
Y has sido hasta entonces.
Mientras has cerrado los ojos.
Y el tiempo no era tiempo,
y el amor era simple
como una hoja caída,
y sencillo como las cosas sencillas.
Y despiertas.
Vuelve a envolverte la ciudad
de los labios de humo,
y las sonrisas de mármol.
.
Quisieras volver a soñar.
La eternidad es solo tiempo
para el cansancio, y el sueño
.
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