SOY SOBERANO
Soy soberano de la república
de mi tristeza o alegría.
Las fronteras de la soledad
las pongo yo en un abrazo,
cuando no quiero seguir alquilando
por más tiempo el polvo.
Y, aunque no lleve coronas,
ni ninguna constitución soberana
me haga trono alguno
sobre parlamentos de sin razón
o razonamiento pecuniario,
soy presidente, rey, y jefe
del estado de mis cosas,
y soberano siempre
de mis estados de ánimo.
y soberano siempre
de mis estados de ánimo.
Soberano, ante todo,
de mi ser y mi consciencia.
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