DETUVIMOS EL TIEMPO
Detuvimos el tiempo aquella tarde.
Yo quería ir hacia tus labios
como las raíces hacia la tierra
cuando quieren crecer hasta la flor,
el árbol y la primavera.
Y yo sé que tú querías
surcarme la mirada como un barco
de estrellas que buscaba
rumbo de luz en las mías,
encendidas como un mediodía
en el Puerto de la Luz.
Detuvimos el tiempo,
y la lluvia que caía
a goterones sobre los tejados.
En aquella nación
de nuestro abrazo
no había cabida para la tormenta.
Nuestra mansión de caricias
nos protegía de la ciudad
abrazada de asfalto y melancolía.
Y mientras en la urbe
el mundo pasaba sin pena
ni gloria, los sastres financieros
tejían sus coronas de oro
e hipocresía, algún joven
coronaba su paraíso
en las alas de alguna hada,
y un diluvio de nostalgia
se cernía sobre las calles
vacías y pesadumbrosas,
nosotros rompíamos las horas.
Detuvimos el tiempo, entonces,
aquella tarde, en la infinita
brevedad de un beso,
tal vez, sin casi recuerdo.
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