PONGAMOS QUE SIGUES AQUÍ
Pongamos que sigues aquí
como cuando llueve en la caricia
y sigues mojándome el rostro
de sonrisas después del diluvio.
Y que me sigues besando,
aunque la carne sea pasto
del hueco que pongo
entre las letras para tocarte
a tientas, como un poema
solo con puertas a la metáfora.
El corazón sigue latiendo,
fuertemente, porque tu ternura
es una ola de silencio
que no se acalla nunca,
pese a que estás lejos
como un recuerdo o un sueño.
Y, a veces, no hay puentes
que crucen la efímera eternidad
de tus abrazos de bancos
vacíos y velentas perdidas
sin viento.
Pongamos que sigues aquí.
Y que todavía te quiero.
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