SIN TECHO
Antes eran pocos
los que fusionaban
bancos y cajas en los parques.
La ciudad no se anegaba,
entonces, con marejadas
de solidaridad precisamente.
Y los ladridos de la miseria
solo los escuchaba la luna.
Sin embargo, todo ha cambiado.
Somos mayoría en la esclavitud.
Nos dejan a casi todos
sin casa, ni hijo, ni árbol,
ni libro pendientes,
mientras la avaricia de algunos
parece no tocar techo.
Yo diría que roza incluso
el cielo de amianto y oro
de los banqueros sin alma,
y los fondos de inversión
sin metros de profundidad
en las emociones humanas.
Mientras tanto, la sangre
empieza a impregnar la urbe,
y a algunos les importa poco:
otra hipoteca menos que se pagará
tampoco es para tanto supongo.
Aunque la vida no tiene precio,
ni vuelta cuando ya
se ha perdido.
Sin techo en la avaricia.
donde se fusionan y transforman
acciones de bancos y cajas
sin verbo en la miseria
o la compasión precisamente.
Y sin techo para la lluvia
los don nadies.
Así es este mundo.
Sin techo...
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