LENGUAS
Nuestra historia se escribe
en los idiomas del mundo.
En cada gesto que hacemos.
En cada lágrima que vertemos.
En cada adiós que decimos.
En la sangre que corre
por nuestras venas sin demasiado
tono azulado de otra casta.
En la sílaba de ternura
que pronuncia una mirada
en silencio, cuando se quiere
ese silencio tan propio
de los que no necesitan
más que un beso para entenderse.
Y en cada corazón humano
que quiere salir afuera del pecho
y latir en el otro amigo,
hombro o párrafo de polvo
ganado a los escombros.
Nuestra historia se escribe
en todas las lenguas del mundo.
Y ahora solo puedo pedir
que las lenguas se pronuncien
otro día más con sílabas,
gramática de cariño,
y sintaxis oracional de abrazos.
Sin sangre derramada.
Sin balas, ni granadas.
Armadas de belleza humana.
Armadas de belleza humana.
Que nuestra historia
siga siendo la de los idiomas
del mundo.
Y solos, al fin,
sigamos siendo
diferentemente humanos.
En todos los idiomas del mundo.
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