UNIÓN
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Contemplo la naturaleza. No veo que el agua piense en separarse del nenúfar que
reposa sobre sus ondas transparentes. En ese vínculo natural no existen
nacionalidades ni banderas. Lo único que, tal vez, los separa es el tiempo. El agua
seguirá allí cuando el nenúfar marchite, pero otro vendrá a amarla a su manera
natural.
Algo bastante distinto ocurre en la ciudad. No somos naturalmente humanos. Escucho
cómo se empeñan algunos en separar nuestros pasos sin siquiera haberse intentado
estrechar la mano. No somos el agua y el nenúfar que se aman, naturalmente.
Preferimos desunirnos. Y solo me pregunto: ¿Tanto cuesta ser naturales?
Hablemos una misma lengua. Portemos una misma bandera de amor y ternura y
conquistemos los besos como si el cariño pudiese forjar naciones de belleza. Con
distintos tonos. Con distintos acentos.
Con otras palabras, pero seamos, al fin, naturalmente humanos.
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