HABÍTAME SIEMPRE
Moro una casa.
Su estancia, y sus balcones.
Me asomo a sus ventanas
en algunos amaneceres bello.
Y duermen, a veces, también
las estrellas en algún sueño
de estuche y lapicero antiguo.
Sin embargo, en mi recuerdo
estás tú ahora
pidiéndome que me quede
con mis manos en tus curvas
como si tu piel tuviera puertas
a otro mundo que desconocen
las paredes de mi estudio.
Y es hermoso ahora
que me digas:
habítame siempre.
Mi amor es ya tu casa.
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