QUE TE CURES DE MÍ
Cuídate de una enfermedad.
Ve al doctor una mañana
triste y débil como tu cuerpo
cuando se ve asediado
por una gripe o un catarro
o una fiebre de sueños.
Quien sabe..
Pero te pido algo:
no te cures de mí,
ni de mis besos.
No quiero, tras el tiempo,
volverme una cicatriz
en tu olvido como una herida
falsamente abierta de antiguos besos
o una nostalgia
fugaz en tus cuadernos.
No. No quiero
que te cures de mí,
sino que nos curemos
del espanto cotidiano,
las estrellas vacías de las calles
y una ciudad sin constelaciones
cuando nos amemos.
Cuando nos demos los ojos
en una mirada tierna.
Cúrate del miedo,
y de tus indecisiones
también algún día, amor.
Pero nunca. Y lo repito.
Nunca te cures de mí.
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