LA ESPERANZA ES UN PIANO
He dejado atrás muchas cosas.
Maletas, amigos, el pan
recién horneado de mi abuela.
Pasos de sol, accidentes de belleza
en los barrancos, los alisios,
mis alas de plastilina,
tus besos, tus atardeceres.
Unos calcetines, el poeta soñador
que despierto sueña todavía
con la metáfora perfecta
en los bancos de un parque.
Capitanes sin barco
de rumbos vitales
hacia quién sabe
qué esquina siguiente.
Y algo de tiempo.
También he dejado
atrás algo de tiempo,
y parte de mi vida.
Sin embargo, algo llevo
siempre con mis pasaportes,
y todo lo que soy:
la esperanza, y las ganas
de seguir siempre viviendo,
aunque todo parezca morir
y ahogarse entre rutina
y molicie como un pez
en el último charco de un diluvio.
La esperanza es un piano
entre las estridentes notas
del ruido sin bellos ocasos
de una ciudad de humos,
balcones grises
y sueños rotos.
balcones grises
y sueños rotos.
Y quiero que siga sonando,
pese a todo lo que ya
he dejado atrás.
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