INJUSTICIA
Hoy la lluvia es amarga
sobre las camas de cartón.
Las lágrimas quedan tiznadas
de miseria, aunque nadie escuche
ni sienta los ladridos de nadies
a los que ni siquiera un número
los salva de ser solo
grandes propietarios de manchas, desidias
y acciones muy valiosas de sin razón.
A veces, también, parece que el día
asoma azul en el firmamento,
pero sus miradas son solo balcones
en los que se alonga demasiado
la aflicción y el hastío.
Su hambre, además, solo vale
unos cuantos millones
de esquelas más sin nombre,
y la sangre que derraman
tras una bala o un vilipendio
solo deja huella
en el asfalto, mientras se disparan
más mentiras felices en el mundo.
No puedo con tanta injusticia,
y supongo que ahora me duele
saber lo triste que puede sonar
un diluvio en las camas de cartón.
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