Acabamos de asistir a un acto vil cobarde, mezquino y atroz. Ha hablado amargamente la sangre en una serie de atentados en la capital de capitales europea, Bruselas. Y no han tardado en decir que se oían gritos en árabe. Esto me lleva a plantearme una serie de cuestiones durante los siguientes párrafos cuya respuesta certera dudo hallar.
En primer lugar, parece que los medios son más veloces que Flash a la hora de difundir las noticias y brindar al vulgo su derecho a estar informado. Parece que en diez minutos se pueden contrastar suficientes fuentes y entrevistar a suficientes testigos y autoridades para sacar unas someras conclusiones sobre lo que ha podido ocurrir. En segundo lugar, me pregunto cuál es la pertinencia de verter en el subtítulo, justo después del titular, la información concerniente a que, según algunos testigos, se escucharon gritos en árabe. Dudo mucho que, entre todos los gritos que pudieron haberse escuchado en una situación de extremo peligro y desazón como aquella solo se escucharan gritos en la lengua de Nizar Kabbani.
En tercer lugar, parece también que se olvidan de forma intencionada de ciertos detalles. Muchos de los que han atentado en nombre de la yihad en Europa son europeos de nacimiento. ¿Dónde hunde sus raíces el problema entonces? Resulta una pregunta bastante difícil de responder, pues hay muchos elementos que entran en juego en esta democracia del miedo en la que ahora vivimos. No se debe olvidar que, en la última década, Estados Unidos, bajo la mirada cómplice de la Unión Europea, ha alimentado el temor y el odio doquier, además de financiar a grupos moderados (también extremistas pero eso no vale decirlo) para cargarse a aquellos mandatarios que, de la noche al día, ya no le parecían tan amigos después de abrazarse en muchos actos públicos y llorar lágrimas de cocodrilo con el fin de firmar acuerdos muy jugosos y favorables para ambas partes. Hasta que algún día el amigo se convirtió en acérrimo enemigo y había que liquidarlo a como diera lugar. Véanse los ejemplos de Kaddafi, Osama bin Laden (durante la Guerra Fría un mandamás ricachón que se había encargado, entre otras cosas, de gestionar las finanzas de la CIA en Afganistán, al tiempo que atraía fundamentalistas a la causa que ya sabemos), Saddam Hussein entre otros. Entretanto, también se revelan muy democráticos países con regímenes feudales en los que se decapita a quienes ejercen su derecho a la libre expresión contra las autoridades. Muy buenos aliados son sí.
En cuarto y último lugar, resultan bastante curiosas un par de cosas como que todo ocurra cuando acabe de suceder algo que puede levantar polvareda y enfadar a una ya enrabietada masa. En este caso concreto, el atentado ha llegado tan solo un día después de que se capturara a uno de los "cerebros" de la yihad en Bélgica y poco tiempo después de que la Unión Europea se quitara la máscara y afirmara que iba a pagar 6.000 millones de EUR a Turquía con el propósito de que esta nación frene la llegada masiva de refugiados. ¿Quién se acuerda de estos últimos ya? Y eso por no contar tampoco cuántos muertos producen las guerras y los actos aberrantes de grupos financiados por el primer mundo como Boko Haram y Al Shabbab (ya van millones) y los últimos 60 muertos en un acto terrorista en Pakistán. Solo merecen esos úliimos una pequeña mención de 20 segundos en cualquiera de los telediarios nacionales. Eso sí, ya nos han inyectado una buena dosis de pavor. No se hablará de menesteres importantes durante un tiempo por un motivo prefabricado. Y eso es lo que le importa a esta supuesta democracia del pavor.
En cuarto y último lugar, resultan bastante curiosas un par de cosas como que todo ocurra cuando acabe de suceder algo que puede levantar polvareda y enfadar a una ya enrabietada masa. En este caso concreto, el atentado ha llegado tan solo un día después de que se capturara a uno de los "cerebros" de la yihad en Bélgica y poco tiempo después de que la Unión Europea se quitara la máscara y afirmara que iba a pagar 6.000 millones de EUR a Turquía con el propósito de que esta nación frene la llegada masiva de refugiados. ¿Quién se acuerda de estos últimos ya? Y eso por no contar tampoco cuántos muertos producen las guerras y los actos aberrantes de grupos financiados por el primer mundo como Boko Haram y Al Shabbab (ya van millones) y los últimos 60 muertos en un acto terrorista en Pakistán. Solo merecen esos úliimos una pequeña mención de 20 segundos en cualquiera de los telediarios nacionales. Eso sí, ya nos han inyectado una buena dosis de pavor. No se hablará de menesteres importantes durante un tiempo por un motivo prefabricado. Y eso es lo que le importa a esta supuesta democracia del pavor.
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