ARREGLÉMOSLO TODO

ARREGLÉMOSLO TODO

Algo quiero pedirte

esta tarde que ya declina.

Amanezcamos todavía.

Arreglémoslo todo.

Arreglemos el mundo,

y el tiempo si es preciso

aunque no sirva la sutura

para curar el paso

irremediable y herido

de las horas.

Arreglemos los días

grises en que llueve

más que agua sobre las aceras.

Mirémonos un momento.

Cedamos el protagonismo

durante un instante

a nuestros ojos,

y entremos al escenario

de los besos y las caricias

aunque ya el teatro esté cerrado,

y los sueños estén por abrir

aún entre tanta tristeza.

Conjuguemos sin hiato

esa palabra llana,

casi aguada que se define

en el verbo dulce de un arrumaco

o el amargo de una lágrima:

poesía.

Hagamos un pacto con ella

sin irnos en metáforas.

Es más, te pido,

te solicito, te demando

que me des un poco

de tu belleza para pronunciarla

un poco mejor,

cuando haya algo mejor

que decir que el silencio:

tal vez, tu nombre

para arreglarlo todo.

Para arreglar el mundo

desde ti misma,

hacia ti misma.