CAPITÁN
DE LA VIDA
Es
difícil domar la corriente.
Los
salmones siempre fallecen
a
la contra y al desove.
Y,
a veces, el camino es deriva
sueño
perdido y pasos sin rumbo.
Sentimos
entonces
que
no hay sendero posible
hacia
lo imposible.
Y
una palabra nos basta.
Y
la esperanza nos basta
para
levantarnos con nuevos pies,
y
un nuevo esqueleto
cuyos
huesos no parten,
a
veces, los golpes
tan
fuertes de la vida.
Dudamos,
y se enciende también
un
faro de preguntas
cuya
luz buscamos en travesía
hacia
nuestros propios espejos.
Y
es entonces, cuando debemos
manejar
el timón de nuestro tiempo
eternamente
efímero.
Ser
capitanes de nuestro destino,
y
timoneles de palabras,
y
la historia que habremos
de
escribir con nuestra sangre,
nuestra
pena y nuestro instante
entre
toda la polvareda humana
de
desvanes y recuerdos,
que,
tal vez, nunca llegarán a abrirse.
Ningún
viaje fue fácil.
Tampoco
para Nemo
las
veinte mil leguas al fondo
del
mar.
La
vida tampoco ha sido
hasta
ahora fácil de domar
en
su corriente de sueños
para
todos
para
los capitanes de la vida.
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