TUVIERON CUERPO
Tuvieron cuerpo aquella tarde
nuestros cuerpos.
Lo que nos decíamos
entre susurros acaramelados
como la sal cuando brota
dulcemente de tu boca sencilla,
y tus labios marinos infinitos.
Mis palabras fueron como tú,
y mis dedos como pasajeros
de la eternidad efímera
de tu instante de sexo.
Queríamos amarnos,
y que el deseo no fuera
otra vez más latido sin golpe
en el asfalto.
Y nos surcamos palmo a palmo
cual navío de lujuria tierna
abriéndose paso en los abrazos.
La metáfora de la belleza
la transitábamos por la fina
cuerda del adiós y la despedida
posterior al arrumaco.
Y así nos hicimos
eternamente breves.
Tuvieron cuerpo aquella tarde
nuestros cuerpos.
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