MÚSICA PARA EL ALMA

viernes, 24 de diciembre de 2021

DICEN QUE MAÑANA ES NAVIDAD




 DICEN QUE MAÑANA ES NAVIDAD


Dicen que mañana es Navidad,

y se celebra el nacimiento del Niño.


Y yo aprovecho para afirmar

que cada vez que la mirada

se asoma un nuevo amanecer

para incendiarse del plan incierto

de un nuevo día por descubrir

se tiene la gran suerte de vivir.


Pido, entonces, que lluevan los abrazos

sinceros en los corazones desnudos,

como un diluvio de cariño.


Y caigan tormentas de besos

que hagan tronar de alegría

un alma, a veces, demasiado dormida

en los falsos laureles

de la comodidad.


No pido mucho más.

Pido para mí y para todos,

que tal vez nos demos hoy,

así como se la dieron al Niño mañana,

la oportunidad de nacer de nuevo

para seguir siendo humanos.


Mientras nos lata el alma,

no estaremos muertos.


Y tal día como mañana,

podremos volver a nacer

por Navidad.


jueves, 23 de diciembre de 2021

SOY SOLAMENTE HUMANO




 SOY SOLAMENTE HUMANO


Soy poca cosa me dicen.

Y, tal vez, no sea demasiado.

No pueda seguir al ave de turno

en su paseo por el aire,

en sus caricias por la brisa.


Quizás, soy solamente humano

que quiere seguir incendiando 

de abrazos una distopía de inviernos

distópicos de distancia social,

mascarillas y metaversos aislantes.


Quizás, soy, después de todo.

Después de toda esta locura

a la que algunos llaman mundo

y que yo mismo llamo mejor

la jaula de los sueños rotos.


Tal vz, soy solamente un ser humano

que quiere seguir siendo humano.

Una luz de alma que quiere

seguir iluminándose entre tanto sombra.


Un corazón y un alma que laten,

pese a este atronador silencio de miedo..,


Pese a esta distopía furibunda

a la que llaman mundo.


Soy y quiero ser

solamente humano.

MADRE DEL SILENCIO

Poco importan los ruidos de fuera cuando siempre se lleva música del corazón en el alma.


Poeta del Alba




MADRE DEL SILENCIO


El silencio ahora tiene una madre,

inmensa, inefable, eterna.


Una madre que en la lluvia

cae como agua infinita,

de petricor indescriptible,

para inundar de primavera

el más crudo de los inviernos.


Una madre que acuna al viento,

y extiende sus alas de mariposa,

impenetrables y dúctiles

ante cualquier huracán.


Una madre, en cuya alma,

de armonía late el pulso

de un corazón que se enciende

más allá del pecho para incendiar

de luz cualquier noche oscura.


Ahora el silencio tiene una madre

inmensa, inefable, eterna.


Y se llama música.