MÚSICA PARA EL ALMA

miércoles, 29 de diciembre de 2010

MI MADRE RECUERDA




MI MADRE RECUERDA


Suena el arrorró de entonces. Una leve música infantil parece dar la bienvenida a la brisa que atraviesa las ventanas para levantar las pestañas de dos niños que corretean en triciclo por unos escuetos pasillos. Y sonríe ante los dos seres gemelos que ha creado. Deshace la cuna, y otro día se asoma como un amanecer claro y azul en unos pasillos cálidos poblados por la ilusión y la esperanza. El mediodía, al cabo de unas horas, comienza a discurrir como de costumbre. Los fogones impregnan de un cierto sabor a delicia y nostalgia las paredes cuyas baldosas absorben los aromas de una cocina maravillosa donde vuelan más que efluvios de especias. La mesa queda servida después, y entre chistes y risas se despide la luz del día para saludar a la tarde que declina. Ella mira por la ventana cómo las hojas del otoño se pasean por el viento cual mujer en el abrazo de un amado. Ese balanceo la consuela, y tras sus dos espejos verdes de agua, la vida es bella en ese instante. La noche llega, se posa en las calles como un pájaro nocturno cuyas alas abarcan toda la cuesta del barrio. Y la hora del arrorró llega. Toca dormir a los infantes. Y luego, el cansancio la derrumba en una cama.
Pero son las cuatro de la tarde, pese a todo.

-¿Mamá, estás aquí? ¿Qué ves?
-No lo sé. Sólo estoy ante la televisión

Supongo que mi madre tan sólo recuerda. Vuelve a sonar el arrorró, lejos de casa, en su memoria.


LA GENTE TIENE PRISA




LA GENTE TIENE PRISA

La gente tiene prisa.
Parece querer llegar
a algún lugar.
Y queda después de la carrera
en las aceras un rastro cansado
de camino al asfalto
que nunca moja el mar.

Tienen prisa.
El tiempo apremia,
y absorbe cada segundo
como la arena una gota
de océano en su piel
de granos transparentes.

Y tengo que decir
que yo sólo correría
si supiera que por ello
podría alcanzarte.

Entonces, al besarte,
me tomaría con más calma
la vida.

Sin tanta prisa
como la gente.

lunes, 27 de diciembre de 2010

SUEÑOS DE UN AMIGO




SUEÑOS DE UN AMIGO

El horizonte parece reducirse, en este momento, a las cuatro paredes de una habitación poblada de máquinas y respiraderos artificiales en la que la vida parece extinguirse a borbotones de suero y medicinas. La luz de la tarde, tras unas ventanas algo empañadas y sucias, parece luchar con la umbría de la estancia por abrirse algo de camino entre la oscuridad antes de que el ocaso termine de matarla como cada noche. Y sus ojos perdidos y ausentes parecen querer acabar de despertar a mi diálogo y lo que le rodea. Pero el coma pesa demasiado. Y, tras un rato de batalla, parece volver a cerrarlos exhausto y sin mucho aliento. Lleva ya así más de un mes. Y cuando ahora me decidí, en un arranque de coraje y resignación, a visitarlo me pregunté en qué mundo se hallaría ahora. Me pregunto si ahora corretea por aquellas mesas de San José del Álamo imaginando que, impregnados de cierto sabor a asadero y chuletas, los recuerdos vuelven a tornarse en un espacio cierto del mundo. Lo cierto es que me gustaría ahondar un poco más en sus pensamientos, y vislumbrar algo más que unos ojos perdidos y vidriosos que intentan mirar quién sabe en qué dirección. Diría que su mirada, ahora, es como un velero cuyas velas buscan el tacto del viento en un mar demasiado en calma; una veleta, tal vez, que busca algo de aire para tener alguna dirección en la que girar. Y me gustaría que me respondiese. Pero por ahora se ve que ha de seguir descansando. Me voy de la habitación. Lo único que puedo decirle es que se cuide, y que el coma tenga un punto y seguido más allá de sus sueños.

A VECES SIENTO QUE ME DERRUMBO




A VECES SIENTO QUE ME DERRUMBO

A veces, siento
que me derrumbo
como un castillo de naipes
por el embate de un gramo
de aire movido en el viento.

Y caigo, entonces,
con mis palabras
a un pozo de lágrimas
que convierten mi mirada
en un altiplano nublado
de amargura y aflicción.

Sin embargo, un rayo de luz
se asoma en mi garganta,
entonces, y las líneas
se vuelven atardeceres
que no quieren declinar
demasiado temprano.

La vida, entonces, me levanta
con su música, y su tragedia,
quizás, para que exista.

Cuando siento que me derrumbo...

miércoles, 22 de diciembre de 2010

MI LOTERÍA

MI LOTERÍA DE NAVIDAD

Quizás, ahora
en este día en que bombos
regalan sonrisas
pecuniarias en las cuentas,
y saltan las bolas
con los sueños de papel
de los boletos,
yo solo quiero decir
que me ha tocado el Gordo
sin haber jugado un décimo:
estar vivo.

BAJAS CON MEDALLA




BAJAS CON MEDALLA

Bajas con medalla.
Daños colaterales
con sabor a cifra humana.

Hemorragias mortales
de cristales rotos,
y mediodías infartados
en los ojos de los sueños.

Y soldados muertos,
algunos sin uniforme,
y otros sin camino
que, tal vez, nunca supieron bien
el color de su uniforme
hasta que llegó la sangre
a corretear por las nubes.

El viento tiembla,
y otra bomba puede caer.

Bajas con medalla, tal vez,
es lo único que deja la guerra.

martes, 21 de diciembre de 2010

MI ANTIGUA CASA




MI ANTIGUA CASA

Ahora quiero volver
a mi antigua casa.
Recorrer aquellos pasillos
como hace algunos años,
sin pensar en las curvas
pronunciadas del destino.

Corretear por cada esquina
de los dormitorios
en aquel elefantito rosa
de andar peculiar a ruedas.

Y volar raudo por los sueños
sin más alas que las ganas
perennes de ser infantil,
y acompañar a las palomas
en su vuelo por el manto
naranja del ocaso.

Sin embargo, ahora sé
que volver será despedirse
de aquellos pasillos
encantados de entonces.
Y luchar, tal vez, para que no duela
demasiado el regreso.

Y los recuerdos aún huelan
a ciertas primaveras de entonces.

En mi antigua casa.

lunes, 20 de diciembre de 2010

ALGUIEN SE BAJA DEL TREN




ALGUIEN SE BAJA DEL TREN

Alguien se baja del tren.
Y otro sube en cada estación.
Los vagones de mi vida,
entonces, se llenan y vacían
de pasajeros como las páginas
de mi historia, cuando construyo
y derribo poemas de una existencia
siempre en proceso de fabricación.

Los días dejan entonces
una estela anaranjada
en las tardes, y una esencia
agridulce de raíles y ocasos,
y pésames, y despedidas.

Alguien se baja del tren.
Y otro llega en la siguiente parada.
Y me digo, mientras contemplo
cómo las miradas pasan
igual que los paisajes que voy dejando
tras las ventanas:
así será mi vida, siempre.
Como la gente que baja
y sube a caminar.

Un viaje por el tren
de mi existencia.

domingo, 19 de diciembre de 2010

¿QUÉ SON LOS SUEÑOS¿




¿QUÉ SON LOS SUEÑOS?

¿Qué son los sueños?
Me pregunto, ahora,
que el cansancio clava
en mis pestañas su azote,
y empieza a dejarme
a oscuras, sencillamente.

Los sueños. Tal vez,
no sé qué son los sueños.
Pero algo sí sé, después de todo.
Me dejan respirar
algo de silencio,
cuando me ahogan
los pésames de ruido
de una ciudad llena de fantasmas
de asfalto y semáforos
en las calles para los pájaros
que pasen la velocidad
inútil de lo cotidiano.
Y, entonces, el mar es una charca
sin olas que se puede andar
sin más arma que los pies,
y una estela que trazar.

Los sueños, tal vez, sean
la vida de las palabras
más allá de la tinta.
Un nuevo suspiro
para quien se olvidó
de respirar tras la asfixia
mundanal de la rutina,
y las alas de una mariposa
frágil de ilusiones
que se pierden cada día
bajo el peso de la verdad
incierta de existir sin tiempo.

Los sueños.
¿Qué son los sueños?
Tal vez, lo que duele
encontrar en los espejos,
tras la extenuación nocturna:
nada.

O, tal vez, lo que despierta
a la primavera, y deja
que las rosas de una estantería
busquen su semilla en mis letras.
Y no caduque, entonces,
la primavera en los recuerdos.

Aunque duelan, a veces,
los sueños.

NO HAY HERIDA


NO HAY HERIDA

No hay herida que sangre
más de un golpe,
ni cuerpo que se desangre,
aunque se nos clave
una espada de verdad
en el corazón.

Todos los golpes, en la vida,
se pueden curar.
Todo es levantarse
sin postrarse ante el miedo
de aprender, de nuevo,
a caminar, si hace falta.

Después de cada herida...

sábado, 18 de diciembre de 2010

SI HABRÁ MAÑANA




SI HABRÁ MAÑANA

No sé si habrá mañana.
Si mañana tu cuerpo
no será otra adivinanza más
cuyos secretos sólo conoce
el aire revuelto de poemas,
y algunos papeles más
que sostienen aún tu recuerdo
como un dogal de nostalgia
bajo los cajones.

No sé si serás mañana
otro abrazo en el cuerpo.
Y si podré llegar a tus ojos
sin quemarme la mirada
en las despedidas
de cada tarde en poemas.

Por eso, quiero
amarte ahora,
porque mañana
no quiero tener que preguntarte:
¿Te quedarás más que hoy?

viernes, 17 de diciembre de 2010

DESPUÉS DE LO QUE HE DICHO

DESPUÉS DE LO QUE HE DICHO

Después de lo que he dicho,
y lo que diré,
y lo que callaré también,
sé que habrá más palabras
que, tal vez, hablen de mí
sin que mi voz cante de nuevo
otra canción a la vida.

Después de lo que he dicho,,
tal vez, alguien recuerde
un poco de mi historia.

Y seré feliz si es un amigo
el que la cuenta.

SE ME IRÁ LA VIDA


Y se nos irá la vida
sin sentir otro rumor
que el del agua de las horas
que se lleva el corazón...

Jaime Torres Bodet "Canción de los versos serenos"




S
E
ME IRÁ LA VIDA

Se me irá la vida, tal vez.
Se me irá en preguntarle
a la tarde por tus ojos,
mientras la noche acecha.
Y vuelvo, entonces,
después de que sangre
el cielo plasma
de color naranja,
a mirarte desde el silencio
de una ausencia en blanco.

El rumor de las olas
me recordará también
cuán dulce fue tu corriente
mientras no había tantos kilómetros
de sal y vaivenes de espuma
entre nosotros.

Y se me irá la vida, tal vez.
Desechando demasiadas auroras
porque buscarte ahora,
y mañana siempre será
navegar en tu ausencia
con mis barcos de palabras.

Se me irá la vida, tal vez,
volviendo a recodarte
cada vez que no te olvido.

jueves, 16 de diciembre de 2010

LA HABITACIÓN SE QUEDÓ SOLA




LA HABITACIÓN SE QUEDÓ SOLA

Y el silencio respondió
después de que hablara
la guitarra, y las risas
dieran paso al diálogo intenso
con las paredes.

La habitación se quedó sola.
Y mi voz se volvió, después,
una anécdota de sonido
en el aire lleno de pésames,
y recuerdos que se entierran
como poemas bajo los cajones.

Al cabo de un rato,
tuve que preguntarle
a mi soledad qué había ocurrido.

Sólo me dio
más silencio de respuesta.

NO COMPARTIR LAS LÁGRIMAS




NO COMPARTIR LAS LÁGRIMAS

A veces, pienso:
no vale la pena
compartir las lágrimas
cuando es preferible
el silencio a un aplauso
de voz hipócrita
en el oído.

Porque, entonces, es mejor
ser, tal vez, como la ola
que, al despertar en la corriente,
se mece un segundo en la arena,
lanza su canto de espuma
y se esfuma rauda en su vaivén
como las letras de un verso
en los brazos del viento.

No vale la pena, a veces,
abrir la puerta de la tristeza,
cuando nadie quiere escuchar
una gota simple en el río,
algo más salada que de costumbre.

Queda, entonces, compartir las lágrimas
inútiles con los folios
vacíos de mi historia.

martes, 14 de diciembre de 2010

NO PREGUNTES POR QUÉ




NO PREGUNTES POR QUÉ

Te amo, aunque estés lejos.
Y no preguntes por qué.
Quizás, las heridas duelen menos
cuando hay dos cicatrices
que pueden taparlas.

Y la pena no es tal,
cuando hay quien escucha
dos lágrimas en toda la corriente.

Te amo, y no preguntes
por qué. Quizás,
no haya más respuesta
que el silencio para compartirte.
Y que sigas calmando dolores...

DIÁLOGO EXTRAÑO CON MI BOLÍGRAFO




DIÁLOGO EXTRAÑO CON MI BOLÍGRAFO

Hace tiempo que no gira ningún mundo ilusorio y entintado por su esfera azul, porque llevo algunos meses sin dejar que cabalguen sueños por sus trazos trémulos y, a la vez, vigorosos. Se ha tornado, en estos días, un jamelgo al que ya no saco a pastar por aquellas praderas ensoñadas de fábulas y letras maravillosas cuyas fronteras ya no puede abarcarlas la estrechez de su habitación de metacrilato. Y ahí está, sobre la mesa, pidiéndome a aullidos que lo vuelva a empuñar como antaño y lo saque del olvido como aquella espada de fantasía con la que me batía contra todos mis pesares sin más miedo que se le acabara aquella sangre azul con la que reinaba en mis paraísos. Me reclama un poco de atención, algo más que antes. Pero ya no me queda tiempo para entablar conversaciones profundas con él, y sólo puedo darle la bienvenida cuando algo rebasa mi recuerdo y necesito que me escriba alguna nota en un mísero trozo de papel. Entonces, se siente algo agradecido y me sonríe de una forma un tanto peculiar, muy propia de él. Me regala otra aventura, tal vez, otro párrafo más de historia. Sin embargo, ahí ya he de detenerme. Y, entonces, se pregunta por qué, cuando aún no hemos empezado el trote juntos, ya lo quiero dejar. Le digo que ya no tengo las mismas energías que antes, y que mis manos prefieren que la imaginación vuele ya sobre las teclas de un ordenador, porque el espacio virtual es infinito y, además, me permite luchar mejor contra la fatiga. Me cansa demasiado esgrimirlo como en otros tiempos. Y, a veces, sé que, desde una esquina apartada de la mesa, solloza en silencio para que no escuche caer sus lágrimas de tinta sobre la madera algo astillada y carcomida por los años. Ya sólo puedo decirle que no puede acompañarme por ahora en ese camino curvílineo o recto de versos y caricias de tinta. Tal vez, cuando no me extenúe seguir escribiendo mi historia, vuelva a dialogar con él como antaño. Mi bolígrafo...

domingo, 12 de diciembre de 2010

ESCRIBIR, UN PREMIO

ESCRIBIR, UN PREMIO

Escribir ahora es un premio.
El mejor de los trofeos
de saber hablarle a un papel,
tal vez, algo pálido y vacío.

Y llenarlo de poesía,
historias, naufragios,
y una voz que chilla a la vida
en el silencio de unas líneas.

Escribir: todo un premio.

sábado, 11 de diciembre de 2010

SÓLO ME CALLÁRA




SÓLO ME CALLARÁ

Sólo me callará
el silencio de los ataúdes.
Hasta entonces,
hablará mi vida.

A MI CUADERNO(VERSIÓN EN PROSA)




A MI CUADERNO

Se siente solo. No hay letras que lo acompañen, mientras el silencio parece querer asediar cada rincón del polvo que lo envuelve bajo los cajones. Tiene miedo del paso del tiempo y teme mucho que lo deje relegado al olvido como una huella de tinta que se evapora tras el poema, porque ya lleva solo algunos años en los que sólo han habitado sus costas de anillas las sombras de las paredes. Echa de menos ya gotear sudor por sus poros de márgenes como alguien al que le gusta echar a volar sin despegar demasiado los pies de las aceras. Tiene mucha nostalgia de aquellos tiempos en los que cada latido de mi corazón palpitaba entre sus márgenes, y sé también que le gustaría mucho navegar en mis travesías por los sueños como grumete de un barco velero cuyo timón nunca se sabe hacia qué rumbo va a orzar la nave. Ser ese compañero fiel de triunfos, conquistas, desventuras y naufragios. Ya no le doy aquellas alegrías de antaño, gracias a las que sus líneas azules de cuadros se volvían pequeños remansos de paz en los que mis palabras podían descansar tranquilas sin ruido alguno que las molestase y cambiase sus verbos de calma por sustantivos de congoja y aflicción. Y tampoco le pido que me ceda su hombro siempre leal para verter sus cascadas de sal y amargura sobre mejillas de papel, y que así apuren su carrera al exilio de mis pensamientos los fatuos fuegos. Supongo que lo he dejado algo abandonado, y que ya no es aquel confidente cuyos oídos imaginarios siempre estaban dispuestos a escuchar, aunque les fuera los tímpanos en ello, porque ahora mis dedos cabalgan sobre teclados, mientras redacto otra página de mi historia fuera de sus escuetas fronteras de fibra vegetal empastada. Sólo puedo decirle, desde aquí, que no se preocupe. Quizás, dentro de poco, vuelva a escribirle. A mi cuaderno. Hasta luego.

jueves, 9 de diciembre de 2010

A MI CUADERNO




A MI CUADERNO(VERSIÓN POEMA)

Ahora me pide que le escriba.
Dice que lo tengo algo olvidado,
porque las letras no tocan ya
a sus puertas de márgenes,
y sus cuadros en donde han cabido
tantos sueños y barcos
rumbo a paisajes inhóspitos
sobre las anillas de la inocencia.

Le faltan aquellos labios
de tinta en la calidez
de un verso inspirado.
Y me implora que no lo abandone.
Que quiere seguir siendo aquel faro
que guiaba mis viajes
y mis naufragios
por las líneas del recuerdo
y del olvido, y el amor.

Me pide que le escriba.
Y yo, quizás, sólo pueda brindarle
otra lágrima más de alegría
o aflicción con algo de magia
en mis mejillas.

Otro poema, tal vez,
le escriba a mi cuaderno.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

AHORA NO QUIERO HABLAR

AHORA NO QUIERO HABLAR

Ahora no quiero hablar
más de la cuenta.
Porque al silencio solo puedo
susurrarle un verbo
de calma y quietud.

Y, entonces, sobra todo
menos mi diálogo
con el poema.

Ya lo he dicho.
Ahora no quiero hablar.
Y pido permiso esta noche
para conversar con mis palabras.

martes, 7 de diciembre de 2010

AINDA NAO FICO LONGE DE TI

AINDA NAO FICO LONGE DE TI

Já partiste. Já foste embora
além das minhas lembranças,
do meu corpo e a minha saudade.

Além dos mapas e os paises.

Mas ainda nao consigo
ficar longe de ti.
Eres a água que ainda molha
as minhas lágrimas.
O aire do vento que percorre
a inspiraçao destas ondas
transparentes de versos.

E as estrelas do céu
ainda me falam
da sua inveja
quando viam brilhar
o teu olhar.

Eu suponho
que nao há distância
para os sonhos,
embora a corrente do mar
separe agora duas almas.

Quiçá escrever seja agora
aproximar a lembrança
da tua beleza que arrojei
de mim há longo tempo.

Ainda nao fico longe de ti.


QUISE CALLARME




QUISE CALLARME

Quise callarme entonces.
Y así no echar más pájaros
a volar sin más alas
que los sueños infinitos
sin fronteras en el cielo.

Era peligroso. Eso me decían.
Era peligroso aterrizar
después en la tierra,
cuando ya el vuelo traspasa
los umbrales de la noche
y viene a saludar al día
con los párpados semiabiertos.

Y después de reparar
al cuerpo del cansancio,
aún se quiere seguir
extenuado para ausentarse
de las paredes sucias,
y los besos de humo
de las fábricas.

Quise callarme, entonces
para no matarme.

Y supongo que aún
sigo en peligro de muerte..
volando....

lunes, 6 de diciembre de 2010

QUISIERA VOLVER A VERLA DESNUDA


Hoy quisiera enfrentarme con la página blanca
como se enfrenta un joven con su primer amor,
y hacer de este poema un punto de partida,
un punto sin retorno, un lugar que recoja
los poemas posibles,
aquellos que hace tiempo escribí sin mesura
y todos los que quiero no tener que escribirte,
olvidando esos versos fugitivos del tiempo
-naipes al aire hoy, ayer vanos castillos-,
en donde siempre, siempre, con cruel insistencia,
el eslabón más débil
ha resultado ser el corazón
..

Álvaro Salvador





QUISIERA VOLVER A VERLA DESNUDA


Quisiera volver a verla desnuda,
porque desde aquel primer verso
ya no es la misma de entonces.
Dice más tonterías, tal vez.
Corteja mejor cada ráfaga del viento
que llega como una ola de palabras
a la página sin más habitante
que un abrazo por concretar
en las manos de una idea.
Y se pasea más suelta
por las aceras volubles
de mis calles imaginarias.

Le bailan más mariposas
en ese estómago de maravilla.
Entiende mejor las corrientes
del mar y su nostalgia de espuma.
Y conversa sin que sobre
un solo hemistiquio con mi silencio.

Está más hermosa que antes,
tal vez. Pero yo quisiera
verla desnuda sin tanta silueta
artificial y sin tanto verbo
adulto.

Que fuera más inocente.
Ella, en el primer verso.
En la primera página
en blanco que logró
que yo escribiera.

Con su nombre.
Y sus tres sílabas
que ya duran
más de nueve años
en mi recuerdo.

Poesía....
Quiero volver a verla
desnuda como entonces.
La poesía....






ACABARSE LOS POEMAS




ACABARSE LOS POEMAS

Las palabras no van a marcharse.
Y yo intentaré decir las mías,
antes de que me silencie el tiempo.

Sin embargo, tengo miedo
de que algún día
se me acaben los poemas.
Y ya no sude, ni llore,
ni lata en cada letra
un corazón cuyo latido
rebasa la tinta sobre el papel.

Tengo miedo, tal vez, ahora
de que la página se quede en blanco
como un muerto de letras
sobre un lienzo de lápidas.
Y ya no encuentre poesía
que rellene ese vacío.

Que se acaben los adverbios,
sustantivos y verbos mágicos
que sólo contienen los versos.
Y ya vuele sola la poesía
como una nube de paso
que me dice adiós
desde las ventanas de mi tristeza.

Cierto que diré mis palabras.
Pero tengo miedo.
Tengo miedo
de que se acabe
su poesía.

domingo, 5 de diciembre de 2010

HOMENAJE, TAL VEZ PÓSTUMO, A MARÍA




HOMENAJE, TAL VEZ PÓSTUMO, A MARÍA


Recuerdo que aquella tarde de hace más de dieciséis años el sol vespertino disparaba flechas de luz en mi triste mirada. El día era hermoso. Sin embargo, yo no tenía ganas de contemplarlo como se merecía. Había pasado otro aciago mediodía de golpes y burlas en los rincones de aquel patio del colegio con cuyas paredes de escayola mi silencio entablaba largas y tendidas conversaciones. Me sentía el niño más desgraciado de cuantos pisaban la tierra por aquel entonces y, aunque aún era abstemio, había un licor salado que siempre bañaba mis sonrosadas mejillas: las lágrimas con las que me embriagaba de sueños.

Eran ya las cuatro de la tarde. Y mis padres y yo nos dirigíamos a un nuevo centro de rehabilitación, en el barrio de Escaleritas, de cuyas paredes ennegrecidas y sucias aún me acuerdo. Aquiles aún me flaqueaba bastante, hasta el punto de que no me dejaba caminar como cualquier niño: tenía que andar de puntillas a duras penas y caerme más veces de las que podía levantarme. "Siempre tropezándote con las rayas del piso Efrén"- me decían mis padres. No obstante, parecía que la solución iba a llegar más pronto de lo esperado, aunque lo cierto es que, en mi fuero más interno, no creía ya nada de lo que afirmaban aquellos médicos que se habían pasado toda mi vida la pelota, y no precisamente la de plástico. Era como un juguete en las manos inexpertas de un niño que se entretiene buscando la manera de entenderlo. Sin embargo, mis padres me decían que aún debía conservar la fe y que, dentro de muy poco, no habría dardo envenenado que me tumbase.

Yo seguía llorando, aunque mis lacrimales no derramasen gota alguna de sal por aquellos lóbregos pasillos en los que el sol parecía diluirse como las huellas del mar en la playa tras unas cortinas bastante roídas y descuidadas. Cuatro camillas sobre cuyos respaldos reposaban algunas cárceles de huesos, un fisioterapeuta y una secretaria eran los únicos habitantes que poblaban aquella estancia umbría. Sólo me apetecía huir en aquel instante para columpiarme en las nubes de mi imaginación. Sin embargo, había una niña, de rostro macilento enclaustrado en una jaula ósea, cuya sonrisa inocente y maravillosa parecía huir de aquel suplicio en una ráfaga de coraje. Me había cautivado. Estaba bastante peor que yo. Una atrofia muscular severa la había dejado postrada a la cama y pegada a unas sondas con las que se alimentaba desde el día de su nacimiento. Todo lo que podían hacer entonces, en aquel centro, era estimular un poco aquellos músculos engarrotados y brindarle un poco de bienestar a una niña abocada a la desgracia sin pretenderlo. Sin embargo, sonreía. Y el brillo de sus ojos me regalaba un gramo de alegría, entonces, y, a su vez, hacía que me preguntara por qué me creía el más desafortunado de los niños. Me decía mucho más de lo que podía expresar con sus gruñidos y sus limitados gestos, aunque no fuera consciente, en ese momento, de ello.

Los días pasaron, y las semanas, y los meses. Cada lunes, miércoles y viernes a la misma hora de la tarde la veía en aquella posición casi fetal. No había terminado de nacer, quizás, y puede que nunca lo hiciese como corresponde a todo ser humano. Sin embargo, entre gruñido y risotada forzada, hablábamos de manera cada vez más profunda.

    • Hola.. ¿Cómo estás?

    • Ahhhhhhh- replicaba siempre en un intento vano de comunicación oral.

De todos modos, las palabras sobraban por aquel entonces. En cada mirada, ella me decía todo lo que se necesitaba para contar una historia. Aquellos ojos encerraban toda una biblioteca de fantasías que, tal vez, nunca vería la luz más allá de aquellas pupilas encendidas por quien sabe qué flama de esperanza. Y lo cierto es que, al principio, estaba sordo y ciego. No podía entenderla, porque, quizás, hasta ese entonces no había sido capaz de entender cuánto se puede decir en un gesto, en una determinada actitud. Sin embargo, ahora ella se había tornado en un libro abierto cuyas páginas quería devorar trozo a trozo como un ávido lector de relatos de aventuras, porque descubrirla era darme cuenta de lo afortunado que era, aunque pueda parecer egoísta.

Los primeros días me costaba entrar a que curasen de forma baldía e inane a Aquiles. Sin embargo, ya aquello había pasado a un segundo plano. Me bastaba hablar sin términos complejos con aquella muchacha de piel blanquecina. Y, por ello, aquellas tardes pasaban igual de rápido que una nube de paso por los cielos del mundo hasta que, después de año, dirigí la mirada hacia la camilla en la que aquel segundo ataúd óseo en el que le había tocado vivir reposaba. Ya no estaba allí. Y lo primero que hice fue preguntarle a la secretaria dónde se había metido mi compañera de viaje por la imaginación. Habíamos volado tanto juntos sin desplegar más alas que nuestras ventanas siempre abiertas a los sueños que echaba mucho de menos verla allí, aunque, en el fondo, supiese que, tal vez, lo mejor que podía pasarle era marcharse a aquel país de maravilla bajo sus párpados.

    • ¿Dónde está la muchacha de aquella camilla?- pregunté.

    • ¿Te refieres a María? Ya no está en este centro. - me respondió la secretaria

    • ¿Y adónde ha ido?

Nunca me lo dijeron y lo cierto es que nunca volví a verla más allá del recuerdo. Tal vez, los ángeles estarían velando por su alma ya. Aquel golpe de su marcha, por extraño que parezca, me dolió mucho menos que los que me propinaban algunos chiquillos de mi colegio, porque quizás ella me había enseñado de forma indirecta que la vida es un tesoro del que no hemos de desprendernos hasta que nos la robe la muerte, mientras podamos contarla. Aún su recuerdo perdura en mi memoria como entonces, hace ya más de dieciséis años. María: así se llamaba aquella niña.

sábado, 4 de diciembre de 2010

OJALÁ ALGUNOS CUENTOS


Inspirado en la canción de Ismael Serrano "Papa cuéntame otra vez"



OJALÁ ALGUNOS CUENTOS

Ojalá algunos cuentos
no se quedaran enterrados
en la métafora vital
de los sueños.

Y existiese un cielo
sin tantas manchas de bombas
surcando el firmamento
como muertes de paso
por el mundo.

Ojalá que algunos cuentos
no los contara Lewis Carroll.
Y Alicia no se asustara ahora,
cuando ya el gato no le dice
que cualquier camino
puede conducir a los espejismos
maravillosos de la infancia.

Ay, si los cuentos
siguiera contándomelos
el viento como en aquellos días
en los que no me apetecía
demasiado cabalgar en zapatillas
por las aceras.
Y la guerra era jugar
a conquistar todo el Risk.

Ojalá los cuentos
no lo fueran más.
Y no tuviese que contar
ahora algo más que números.
Otra gota de sangre, quizás,
de la que no olvidarme,
mientras escribo este poema.

Por añoranza de los cuentos.

viernes, 3 de diciembre de 2010

CONCEPCIÓN PROPIA DE SUERTE

La suerte,a veces, no llega en una combinación agraciada de números, una lotería o un pleno al quince casual. Tal vez, porque la verdadera suerte espera que la creamos fortuna desde nosotros mismos, mientras estamos vivos.

Poeta del Alba

CONCEPCIÓN PROPIA DE SUERTE

Yo no sé que entienden
todos los demás por suerte.
Tal vez, algunos piensen
que sea un número agraciado
repleto de millones
después de girar en una ruleta.

Otros crean que ha de brillar
más que el sol, cuando ilumina
las cifras a la derecha
de una cuenta bancaria.

Y otros simplemente
la busquen en cofres vacíos
que parecen repletos de aire
aúreo y oleadas argentadas
de monedas.

Y sólo puedo decir
que yo ya tengo la mía:
estar vivo y poder vivir
para contar mi vida
en estos versos.

HERMOSAS RUINAS


Las ruinas, a veces, son la mejor señal para un nuevo comienzo.

Poeta del Alba



HERMOSAS RUINAS

Todo se derrumba, a veces.
Y entonces, creemos
que todo ya se ha acabado
al embate de la primera tempestad.

Sin embargo, habría que creer
que, a veces, las ruinas
son la mejor señal
para un nuevo comienzo.

Hermosas ruinas cuyo vacío
se habrá de llenar
con nuevas páginas de paz,
ilusión y nuevos sueños
que se construyen
debajo de los párpados.
En cada mediodía que se asoma
a la mirada esperando
que alguien lo contemple.

Todo un mundo vital queda
quizás, después de la masacre.
Y un pequeño y dulce naufragio
por los mares insondables de la vida.

Hermosas ruinas, tal vez
para toda una vida por empezar.

jueves, 2 de diciembre de 2010

POR QUÉ ESCRIBO




POR QUÉ ESCRIBO

Escribo, porque escribir
es adornar, a veces, la tristeza.
Brindarle un poco de mediodía
a las tardes que se arriman
a cada día lóbregas y solitarias.

Y amar, a veces, cada lágrima
que se asoma a los ojos
como otro paso de la corriente
marina y nostálgica de vivir.

Escribo, porque escribir, tal vez
es amar las palabras,
incluso hasta en las lágrimas.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

MI SOLEDAD ESTÁ ACOMPAÑADA




MI SOLEDAD ESTÁ ACOMPAÑADA

Mi soledad ahora
está acompañada,
aunque llore a solas.

Porque me acompañan,
tal vez, las palabras
como el abrazo del viento
a la carrera de las nubes.

Aunque ahora escribir
sea contar a solas
cómo pasan mis horas.

Mi soledad ahora, ya ven
está acompañada por mi poesía.

ANTES DE LOS AÑOS

ANTES DE LOS AÑOS

Antes de que los surcos
de los años recorran mis ojos.
Y en el rostro asome la vejez
como una antigua primavera
sobre el árbol que ha perdido
en Septiembre las hojas.

Antes de mi vejez,
sólo quisiera decir algo más
Y me arrepienta, tal vez,
de no haber vivido
antes de que las agujas
del tiempo se clavaran
en mí.

Antes de los años vivir.