TORMENTAS INTERIORES
Nunca amanecerá
si siempre la tristeza
nos nubla la vista
de la belleza de la vida.
Nunca amanecerá
si lloramos demasiado.
Si llueve, aunque dispare
el sol treinta grados de calor.
Y seguirán arreciando tormentas
si no despejamos el corazón
de envidia y rencor.
La mejor manera, entonces,
de encontrar la paz en la tarde
es mirar siempre al nuevo día
con ojos de buen amanecer.
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