MÚSICA PARA EL ALMA

viernes, 21 de febrero de 2014

DISCURSO ABIERTO SOBRE EL AHOGAMIENTO SIN AYUDA



DISCURSO ABIERTO SOBRE EL AHOGAMIENTO SIN AYUDA

Se ahogan solos. Nos ahogamos solos o, mejor dicho, nos ahogan muchas veces solos los dogales invisibles que otros se encargan de poner en nuestros cuellos para poner los suyos a salvo de la guillotina social que merecen. Pero esa es otra historia de la que hablaré en posteriores discursos. Ahora vayamos al grano.

Se ahogan solos. Vienen de un lugar extraño al que no puede llamarse país porque ansían dejar atrás a su familia y todo lo que tienen para perecer a pocos metros de una costa desconocida y maldita. Se ahogan solos y, por lo que se aprecia, parece que les encanta hacerlo mientras las cariñosas pelotas de goma disuasorias, impelidas por tiernos agentes de la Autoridad uniformados, acarician suavemente el miedo y el pavor como el mar la cintura de arena de una playa en un día de calma y sosiego estival. 

Se ahogan solos. El océano termina por envolver sus almas en su azul transparencia porque así lo han deseado siempre. No hay nada mejor que celebrar las últimas nupcias con el agua, mientras pides auxilio y te ahogas solo a la vista de unos verdugos que, lejos de ayudarte, espantan el "peligro" de unos nadadores inexpertos intentando tocar tierra. Se ahogan solos. No saben nadar y, por lo visto, no han encontrado un lugar mejor donde poder realizar un cursillo intensivo de natación que las impredecibles corrientes de altamar a cuya merced los habrá dejado algún mezquino patrón de patera con el propósito de ponerlos en la calle rápida de un sino fatal.

Se ahogan solos. Las olas no ayudan precisamente a llegar a la meta tan esperada y aguardada. El trayecto a la guadaña de la Parca supongo que ha de tornarse placentero y hasta maravilloso para aquellos locos aventureros en busca de lo desconocido, que no saben si llegan a la fiesta de la Joy de Madrid o podrán echarse unas tapitas ricas en Málaga en cuanto desembarquen. Se ahogan solos. La esperanza de algo mejor los arrastra a algo trágico cual canto embriagador de sirena, y es hermoso fallecer, supongo. Bien vale la pena un último fracaso vital por el sueño de que te reciban de una forma tan acogedora.

Se ahogan solos. Unos se ahogan con las deudas. Otros en la sangre derramada de un conflicto. Yo, algunas veces en mi soledad, y otros, según usted Sr. Merlos, se ahogan solos. Sin ayuda se entiende, solo muertos de terror.

Se ahogan solos...




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