UNICORNIO AZUL
Y llegó el unicornio.
Recuerdo que entonces
asomaban al albur de la sílaba
mis primeras palabras,
tímidas cual rosas
que temen encarar sutiles
los últimos coletazos del invierno.
Todavía el verso era algo lejano,
como la armonía de un silencio
que solo escucha el alma
o el petricor en un desierto
de cemento y sueños baldíos.
Y ni digamos la poesía.
Cosa, tal vez, de aquella
pupila añil bécqueriana
o la canción desesperada de Neruda.
Sin embargo, llegó el unicornio
con su inspiración cargada
de futuro, esperanza y belleza.
Y en el cuerno una metáfora
de lo que sería mi vida
desde entonces: amor
al verso y al misterio.
Con sintonía diáfana de guitarra,
llegó el unicornio azul
para revelarme la poesía.
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