MÚSICA PARA EL ALMA

viernes, 25 de enero de 2013

CARTA PRIMERA A ARACELI (2007)






CARTA PRIMERA A ARACELI





Querida Araceli, ángel mío,



Puedo decirte que esta será la primera de cuantas cartas te escribiré, tal vez, hasta que se 

me acaben los versos que recorren cada una de estas palabras. Porque en esta tarde que ya

comienza a declinar, aún amanecen algunos rayos sepias en esta ventana algo oscurecida. 


en todas las noches en que la luna se despereza para hacer que el sol se duerma, sólo en el 

cielo aparente de la rotación terrestre. Y en todos los días en que las borrascas no dejan pasar

demasiada luminiscencia a las aceras, aún amanece, aunque no me quede casi luz en los ojos

y tampoco nadie entienda por qué tienen mucha razón quienes afirman que hay días que 

pueden durar toda una vida amanecidos, como tus ojos en los míos cada vez que mis 

recuerdos hacen un amago de mirarte. Ahora, además de todo esto, puedo decir que no me 

hace falta tener zapatos para atravesar ciertos caminos repletos de piedras, porque ahí ya 

está tu cuerpo para que mis dedos lo recorran, aunque te disipes como un susurro cada vez 

que despiertan mis pies desnudos y fríos en la cama. Y también puedo afirmar que ya no 

hago caso a los semáforos demasiado, cuando debo cruzar la calle, porque no existen otros 

pasos que los tuyos. Y siento que debo seguirlos, aunque me vaya el tiempo y la muerte en 

ello. 




Ojalá pienso. Ojalá los aviones de papel pudiesen soportar el peso insoportable de una 


distancia infranqueable como en aquellos tiempos párvulos en que el vinagre era condimento

de las nubes de azúcar, y los vientos podían deslizarse en la madera sin apagar el último 

rescoldo de una chimenea incandescente. Ojalá estuvieses ahora a mi vera más allá de 

imaginar que me acompañas en cada uno de mis minutos. Y ojalá que, entre otras muchas 

cosas que quisiera verter como lágrimas dulces en estos papeles, la lluvia baje algún día por 

tu cuerpo cual río de sudor por mis dedos húmedos de lascivia y felicidad. Y quererte fuera 

algo más que pensar que tú también me amas desde tu amada Murcia. Ojalá. Todo ahora se

queda en Ojalá. Y sólo puedo esperar que, algún día, el despertador no suene tan chirriante 

como los días y las noches en que me toca capear la rutina de ir a “aprender razón” a la 

universidad, porque tú me estás susurrando “Te quiero”. Y mi oído está para devolverte el 

tímpano cuando lo haces.


0 comentarios: