MÚSICA PARA EL ALMA

sábado, 30 de agosto de 2008

LA FORTUNA DE LA VIDA

LA FORTUNA DE LA VIDA

Es cierto: la vida no siempre se presenta como aquel jardín de rosas en que nos gustaría pasar todas neustras horas retorzando al abrigo de un atardecer hermoso. Pero no por ello ha de dejar de ser hermosa. Porque basta con que podamos mirarla, observarla, sentirla en cada murmullo del río que abraza a las rocas de la orilla, y palparla para que nos sintamos afortunados sin que nos vaya el dinero y la cuenta bancaria en ello.

Si podemos ver, deberíamos de contemplar cuanto nos rodea si nque nos atemorice un miedo infundado a "quedarnos ciegos" o hacer mal de ojo por fijarnos demasiado en alguien que nos gusta o algo que nos agrada sobremanera. Si podemos tocar, deberíamos de intentar palpar aún mejor el fondo oculto de las cosas. Si podemos amar, no permanezcamos tristes y afligidos como si nuestro corazón no quisiese más que hacer descansar sus latidos en un remanso de paz celestial. Si podemos hablar, deberíamos de escuchar cada una de nustras palabras, así como las que nos dicen aquellos a los que les tengamos más afecto por unas u otras razones o aquellos cuyas frases podría calar hondo, incluso en el sedimento acumulado de cualquier roca. Si podemos escuchar, no nos conformemos con oíry deleitémonos con cada uno de los sonidos que el mundo y todos sus planetas interiores nos han de ofrecer. Y si podemos sonreír y estar alegres, movamos un poco la cara, y alegrémonos por cada suceso que nos ocurra, sea bueno o mal: al fin y al cabo, la vida no es más que una aventura del tiempo y la naturaleza en que viviremos todas las nuestras, hasta que se nos vaya.
No vale la pena que dejemos de vivir, hasta que hayamos de ser enterrados. No vale la pena morirse, antes de que pueda nacer otro minuto de belleza más en nuestros ojos, y el mundo pueda fecundar otro momento más de alegría en nuestros caminos de amargura. Y no vale la pena desperdiciar todas las vidas de nuestra vida, aunque, en ocasiones, haya tantas cruces que cargar que puedan hacernos desistir de seguir, un suplicio. Al fin y al cabo, después de la tumba, sólo nos queda lo que hemos podido vivir.

0 comentarios: